“Hemos realizado presentaciones por diferentes países como Chile, Panamá, República Dominicana, México, Noruega, España y Francia, y hemos aprendido mucho en talleres. Es una institución muy integral, tenemos también áreas como danzas urbanas, contemporáneas y teatrales”, describe Carmen Arze Céspedes, directora del centro.
En su experiencia, la bailarina y coreógrafa se ha especializado en enseñar a expresarse más allá de las palabras. “Es un trabajo integral. Contamos historias a través del cuerpo”, dice.
Y así como el baile sirve para tejer los relatos, la música boliviana ayuda en este proceso. Por eso, para las puestas en escena, Danzarte usa música de autores de distintos géneros y épocas. “Tenemos música muy hermosa en el país y extractamos lo más representativo”, cuenta Arce.
Así —con melodías autóctonas, fusiones, rock o pop nacional— niños, jóvenes y adultos de ambos sexos aprenden a descubrir por sí mismos lo que tienen que expresar.
Como novedad, la academia trabaja también con las danzas acrobáticas, basadas en la disciplina y la armonía del cuerpo. “No tenemos muchos expertos en Bolivia sobre esta propuesta, pero estamos incursionando en este campo”, explica la maestra que actualmente trabaja con niñas gimnastas.
El objetivo final de todo este trabajo de aprendizaje y formación es el escenario. “Buscamos que en cada presentación el público vea propuestas innovadoras”.
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