Parece una historia de terror, sin embargo, es tan real como la existencia de esta calle misteriosa, que tiene en su haber una serie de leyendas populares, entre las más conocidas, es la que les pasa a las personas que están en estado de ebriedad y se recogen por esa calle cuando el reloj marca las cero horas de un nuevo día.
Allí se encuentran con una misteriosa dama, quien con sus encantos cautiva al ocasional parroquiano, que tras ser conquistado aparece al día siguiente ensangrentado en algún basural de la ciudad, tras una noche inolvidable de pasión.
Por otro lado, los vecinos en alguna ocasión observaron a tres parejas muy bien vestidas con ropa de principios del siglo XIX, ingresando a la casa de Pedro Domingo Murillo, que se encuentra en la mencionada calle y de donde salieron las palabras que encabezaron esta nota.
Los vecinos de la calle contaron que para evitar la aparición de la dama misteriosa, que para otros es la viuda negra, colocaron en una de sus esquinas una Cruz Verde, que disipa la presencia fantasmagórica de ese personaje.
Caminar por esa calle, que apenas es de una cuadra en forma de semi curva, realmente torna de misterio el ambiente, como el sentimiento del caminante, que se ve agobiado por la susceptibilidad de que alguien o algo raro, sucederá en cualquier momento.
Pese a los años, la calle está muy bien conservada, con su balconería de la época republicana, que refleja como si uno estaría en la época que fue concebida. Maravillosa y única, que hoy se encuentra presente en los Encantos de nuestra Tierra.
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