"Actuaban payasitos y cómicos de barrios cercanos. Incluso tramité la llegada de un grupo norteamericano”, cuenta. Pero han pasado más de dos décadas y este escenario se halla desierto y de su abandonada existencia son testigos indiferentes los vecinos y las autoridades zonales.
Castillo dice haber llegado a Achachicala en 1962 y que fue de los primeros en asentarse en el área que luego se conocería como Viviendas SAID. "El teatrín comenzó a construirse hace como 30 años. Nosotros cedimos el terreno a la Alcaldía para que lo construya”, recuerda.
"Estuvo activo muy poco tiempo, luego se convirtió en la cantina de los malvivientes y los vecinos pedimos que se le pongan puertas y se cierre para evitar que la gente consuma bebidas alcohólicas en el lugar. Ahora sólo vive la cuidadora”, agrega. Tan abandonado está el teatrín que muchos de los habitantes que llegaron al barrio luego de los 90 ni siquiera saben de su existencia.
Como si fuese invisible
Es jueves por la tarde y estoy cerca de la Terminal de Buses. "¿Me deja cerca del teatrín?”, le pregunto al chofer de un trufi que va al barrio que en sus buenos tiempos fue una importante zona industrial de la ciudad.
Desconcertado me responde que llega hasta la calle cinco y que no conoce teatrín alguno. Decido abordar el vehículo de todas maneras y ya en la parada vuelvo a preguntar por el teatrín, pero no hallo a quién me dé razón. Comienzo a dudar de que exista. Pero no voy a rendirme tan fácilmente, así que me subo a un minibús que se adentra por el barrio. ¡Bingo! Un joven me dice que puede guiarme.
Bryan Ibáñez, estudiante de 26 años, me acompaña hasta la calle 8 de Achachicala, justo cuando la tarde declina, así que a duras penas descubro una construcción en forma de media luna y en el muro desportillado una inscripción: "Joven, cambia al mundo, no dejes que el mundo te cambie”.
Se trata de un teatrín al aire libre con graderías en el que fácilmente caben unas 150 personas. Un escenario de cerca de tres metros cuadrados y por detrás baños y vestidores.
"Ya no se abre”, comenta Bryan. "Nací en este barrio y desde que me acuerdo el teatrín existe”, me cuenta. Aquí actuaban los payasitos de Ciudadela Ferroviaria y también grupos de teatro. Yo los iba a ver con mis abuelos; luego, a principios de los años 90, creo que por la mala administración dejó de tener actividad”.
Como si hablase solo, expresa: "Sería bueno que lo rehabiliten para que los niños tengan donde ir. Aquí sólo hay canchas para los campeonatos de fútbol que terminan en borrachera”.
Violencia cotidiana
Según datos de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen, en el barrio se registran constantemente robos, abandono de cadáveres, consumo de alcohol entre los jóvenes; además, de que se ha tornado en la guarida de indigentes y alcohólicos.
"Que conviertan ese teatrín en un cuartel”, oigo decir, en mi segunda visita, a Raúl Landívar, un jubilado de 65 años que vive más de 40 años en la zona. "Queremos un módulo policial porque aquí los asaltos no faltan. Si no se puede, entonces que hagan una biblioteca, pues lo único cultural que tenemos en el barrio son las entradas”, ironiza.
Achachicala celebra cada 6 de agosto la entrada folklórica por devoción a la Virgen de las Nieves y en septiembre la entrada de la Universidad Salesiana que se encuentra en la zona. No tiene otro tipo de actividades, a no ser los campeonatos de fútbol. Además de canchas, en el barrio hay, al menos cerca del área donde se encuentra el teatrín, dos colegios. De hecho, en mi segunda visita al lugar, el sonido de unos tambores de la banda estudiantil se escucha a lo lejos junto con los motores de los autos. Casi no hay gente en las calles, quizá por el viento helado que impera en el lugar. Como sea, Achachicala es un barrio que luce desierto, tan poca gente se ve en las calles.
El abandono del espacio cultural es un reflejo de varios otros problemas del barrio. Así, Virginia Ruiz, la presidenta de la Junta de Vecinos del sector Achachicala "Viviendas SAID”, se excusa alegando su reciente posesión. "Sí, queremos que rehabiliten el teatrín y la plaza, pero sólo tenemos 100 mil bolivianos de presupuesto anual para todo y las autoridades de la Alcaldía me han dicho que la Oficialía Mayor de Culturas debería hacerse cargo de esta infraestructura”.
Walter Gómez, oficial Mayor de Culturas de La Paz, explica que su despacho no puede asumir la rehabilitación del teatrín en tanto la Subalcaldía Periférica, a la que pertenece el barrio, no gestione el traspaso oficial. "Hemos solicitado varias veces que pase a nuestro circuito de espacios culturales. Este agosto, que es mes de planificación con miras al 2015, vamos a volver a solicitarlo”, anuncia y advierte que "si bien existe la voluntad de hacernos cargo del espacio, necesitamos también presupuesto”.
El teatrín de Achachicala forma parte de lo que hace tres décadas se conoció como el Centro de la Cultura Popular, un complejo que comprende además una plaza, una cancha y una sede social. De los cuatro, sólo estos últimos reciben cierto mantenimiento.
"Un escenario de esas características podría ser un espacio de encuentro para los vecinos; de rescate de tradiciones”, considera Fernando Cajías, historiador paceño y exautoridad edil. "También podría ser un escenario para las presentaciones de muchos de nuestros artistas, pues otro problema que la ciudad enfrenta es la falta de espacios culturales” en los barrios; casi todo está en el centro. La cultura, dice, debe ser vista como una herramienta de transformación de la sociedad y no sólo como espectáculo.
Un ejemplo de lo señalado por Cajías, respecto del valor transformador de la cultura, es Medellín (Colombia). Jorge Melguizo, conocido como el gurú de políticas culturales, explica en una última conferencia en Buenos Aires (Argentina) que "Medellín venía de ser la ciudad más violenta del mundo y con más corrupción en el país; nosotros ganamos la Alcaldía mediante un movimiento cívico que no pertenecía a partidos políticos, y al llegar pusimos el 40% del presupuesto público en educación y el 5% en cultura. Antes eran el 12% y 0,64% respectivamente”. Desde el punto de vista de Melguizo, un Estado no debe pensar que la inseguridad se puede combatir con más policías, pues mientras los ciudadanos no logren convivir no habrá efectivos suficientes para controlar los estallidos de violencia y descontento. En la urbe colombiana, esa convivencia se consiguió a través de dos ejes: la ingeniería cultural y la jardinería cultural. El primero consistió en diseñar un sistema municipal de cultura, un plan de desarrollo cultural de 10 años y en la construcción de grandes equipamientos culturales. Y con la jardinería cultural se trató de llenar de contenido el proyecto cultural, y en reconocer, escuchar y potenciar lo que ya existía en barrios de la ciudad y organizaciones culturales.
Para soñar en la rehabilitación del teatrín, si la Subalcaldía Periférica no lo asume, la opción es el mencionado traspaso a la Oficialía Mayor de Culturas, algo que debe tener el consenso de los vecinos.
En cualquier caso, en la subalcaldía no hay planes para el teatrín. El secretario general Reynaldo Escobar explica que no hay presupuesto para rehabilitarlo, aunque "es la dirección de Patrimonio la que debería atender este tema”. Además, señala que hay un problema de límites entre las juntas de vecinos Achachicala "Viviendas SAID” y Achachicala "Central”, y ambas se disputan la tenencia del predio.
Oficialía Mayor de Culturas y sus actividades
Situación En la actualidad, la Oficialía Mayor de Culturas de La Paz tiene bajo su tuición los teatros municipales Alberto Saavedra Pérez, de Cámara, Jaime Laredo, Modesta Sanginés y 6 de Agosto, todos en el centro urbano.
Otros espacios La Oficialía Mayor de Culturas de La Paz es responsable también de un circuito de museos que se concentran también en el casco viejo de la ciudad. Cuando se organizan actividades grandes, como la Larga Noche de Museos, le es posible abarcar algunos barrios como Villa San Antonio o Bajo Tejar, los que cuentan con las respectivas casas distritales Jaime Saenz y Héroes del Pacífico.
Abandono El teatrín de la zona de Achachicala forma parte de lo que hace tres décadas se conoció como el Centro de la Cultura Popular, un complejo que comprende además una plaza, una cancha y una sede social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario