Hace más de 50 años que dejaron de verse barcas de totora surcar las aguas, a veces calmadas, otras, enfurecidas, del lago navegable más alto del mundo, el Titicaca. Antes de que se convirtieran en un mero entretenimiento turístico, el huatajateño Dionicio Catari construía balsas de totora que él mismo usaba para pescar trucha y boga, y enseñó a sus seis hijos cómo hacerlo. Uno de ellos, Máximo, también transmitió el conocimiento a su descendiente, Erik, que es parte de la tercera generación de Cataris, una de las tres familias reconocidas por su tradición de fabricar naves con juncos, junto con los Esteban y Limachi de la isla Suriqui. Ahora, Erik acaba de inaugurar en Huatajata el Museo Titi, que cuenta la historia del lago, la fauna que hay (y la que hubo) en él, y recuerda que los Catari se han preocupado por matener viva la costumbre de construir embarcaciones de totora.
El repositorio está a las espaldas del hostal Inti Karka, un modesto hospedaje a orillas del lago regentado por la misma familia. La pieza más emblemática es el mascarón de proa de la Balsa Titi, una embarcación de totora proyectada por Máximo y su hijo para revalorizar el arte de la navegación típica del lugar, y en la que ellos navegaron: fueron parte de la tripulación que durante 28 días recorrió 750 km a lo largo y ancho del lago, deteniéndose en 30 lugares, entre enclaves costeros e isleños.
Una cabeza de gato andino o titi colocada en el tejamar comandaba el avance de la nave. Y es lo único que queda de ella. En 1994, el barco se expuso en la feria de Alasita de La Paz, tras haber sido sacado del agua con una grúa. Luego fue devuelto a Huatajata. Ya por aquel entonces, la familia quiso exponerla en un museo. Sin embargo no disponían de recursos económicos suficientes y, tres años después, la barca fue desarmada. Solo quedaron los accesorios de viaje, algo de la materia prima con la que se hizo y el mascarón.
Después los Catari hicieron las barcas Kota Mama I, II y III, en 1998, 1999 y 2001, respectivamente. Una fue utilizada para navegar entre el Titicaca y el lago Poopó a través del río Desaguadero; otra, para recorrer los ríos Paraguay y Paraná, desde Puerto Quijarro, en Bolivia, hasta Buenos Aires, la capital argentina. La Kota Mama III era un trimarán (catamarán de tres cascos) que partió de Guanay, en Bolivia, hasta la ciudad brasileña de Puerto Belén, en la desembocadura del Atlántico, a través de los ríos Madera y Amazonas.
También construyeron las Viracocha I y II. La primera salió de Arica y, 44 días después, llegó a la Isla de Pascua. La II llegó al mismo destino partiendo de Viña del Mar.
Ahora, los Catari apenas reciben 12 encargos de barcas de totora al año. Pero Máximo, ya de edad avanzada y, como hace 20 años, con poncho rojo y chullu (parecidos a los que llevaba durante la travesía a bordo de Titi, como muestran las fotos expuestas), no ha dejado de trabajar con este material: hace pequeños souvenirs para la tienda del museo familiar.
El repositorio no solo cuenta la historia naval del clan: explica el origen del lago Titicaca y hace un repaso por algunas de las teorías sobre el poblamiento de América. Una de las más llamativas para los visitantes por ser, tal vez, de las menos conocidas, es la del explorador noruego Thor Heyerdahl, quien planteó que fueron los pobladores de América los que emigraron hacia Asia. Para ello organizó una expedición naval, bautizada Kon-tiki, que fue desde la costa de Perú a las islas Tuamotu, a 7.500 km, aproximadamente, en una embarcación hecha con troncos, plantas y (eso sí) cuerdas “modernas” (corría 1947).
Hay espacios dedicados al medio ambiente: se muestra la diferencia entre un montón de totora procedente de un área contaminada y otra de una zona limpia. En otro lado se exhiben ejemplares disecados de rana del lago, aves y peces. “Yo no pude conocer el humanto”, asegura Erik, que además explica cómo el agua y la vida que habita en ella están cambiando. Él es ingeniero industrial pero, en su tiempo libre, estudia las culturas andinas. El contenido de los carteles informativos de las salas ha sido elaborado por él.
Vasijas antiguas, tubérculos y cereales, rituales... también se muestran en el museo, cerrando el círculo para comprender la vida de los pobladores del lago.
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