A Marcial López le interesa la topografía de lo cotidiano y tiene un talento especial para crear maravillosas esculturas en miniatura que a primera vista parecen piezas de joyería, aunque en realidad están hechas de alambre trabajado tridimensionalmente.
Este artista de 20 años compra y recicla todo tipo de objetos y en especial alambres para apropiarse de los desgarramientos abstractos y líricos de la ciudad e instilar en su obra una dosis de política de una manera muy lúdica.
El artista vive entre piezas de autos, dínamos, rulemanes y alambres de diferentes grosores y colores. A simple vista, su espacio de trabajo es entre taller mecánico y joyería. Aplica sus estudios de ingeniería electrónica en la Universidad Pública de El Alto para mejorar su técnica y sus diseños Legiones de hormigas, que en su disciplinado vaivén transportan banderas, wiphalas y diminutas hojas de coca, convierten una acción cotidiana boliviana en un utópico marchar. De esta manera, contrasta un reflejo del orden natural con la conducta humana.
Esta acción cotidiana aparentemente sencilla nos lleva a un exquisito trabajo de orfebre en el que cada una de las piezas son construidas con alambres a modo de filigranas, dando forma a cada una de las hormigas.
La literalidad y el lirismo de sus obras señalan los dos extremos pendulares que van de lo cotidiano a lo poético, pasando por lo político y artístico, no perdiendo nunca la sencillez de lo simplemente exquisito. Esta es la mayor virtud de su propuesta.
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