El pianista sueco, en su primera visita a Bolivia, abrirá la temporada 2014 de la Orquesta Sinfónica Nacional con recitales en el Teatro Municipal Alberto Saavedra Pérez el miércoles 19 y jueves 20 a las 20.00. Silvia Alfaro, embajadora del Perú, hizo las gestiones para su llegada a través de su legación y la de Suecia. El artista, que tocará música europea selecta, hará también un “homenaje andino”. Quedó encantado con La Paz y desea crear un proyecto con la orquesta de El Alto.
— ¿Qué le motivó para ser pianista profesional?
— Mi familia se dedicó a la música; mi abuelo y mi padre. Mi madre fue una acróbata mundialmente conocida. Ambos no querían que me dedique a esto porque es duro vivir de tu arte. A mis siete años, en Alemania, me llevaron a una juguetería de cuatro pisos en la que me dijeron que podía decidirme por un regalo. Miré deslumbrado todo y un piano azul, mi color favorito, fue lo que escogí. Así me inicié. Nunca pensé ser músico profesional, pero sucedió.
— ¿Cómo surge su conexión con América Latina para difundir su música en el continente?
— El amor de mi vida es peruana, soy sueco y peruano de corazón, y por elección personal. Me siento muy feliz en Lima. Perú es un país fantástico. En 1996 visité Lima por primera vez cuando éramos novios con mi mujer. Fui invitado por la Sociedad Filarmónica de Lima, muy antigua y renombrada hace más de 100 años. Así, visité el lago Titicaca y Machu Picchu. Un día le dije a mi esposa “por qué no nos mudamos a Lima”; ella se quedó muda y me dijo “¿y tu carrera?”. Le dije “está la internet”. Entre 2004 y 2008 radicamos en Lima, y allí creé una fundación para jóvenes músicos.
— ¿Por qué decidió crear esta institución de ayuda?
— Lima, una hermosa ciudad, pero, como La Paz, también está muy lejos de los centros musicales. Me di cuenta de que podía ayudar a cambiar la vida de muchos jóvenes con talento. Tengo alumnos que han logrado un máster, diplomas y premios en Europa o EEUU. Recuerdo a un joven que llegó a los 16 años a mi clase maestra. Su madre murió cuando él tenía nueve años, su abuela lo crió, él era de Ayacucho y nunca tuvo un piano, pero se las ingeniaba para tocar. Fue autodidacta, nunca tuvo un profesor y cuando lo escuché, me quedé impresionado por su talento. Él trabajó tres años conmigo y consiguió dos becas en Texas University, que es una buena escuela, y fue el mejor estudiante de toda América; ahora hará un máster en Europa. Yo también fui becado y quiero retribuir mi suerte ayudando.
— ¿Qué impresión le deja La Paz en esta primera visita?
— Es una hermosa ciudad, rodeada de montañas, me impresiona. Pero lo que más me gustó fue que el jueves tuve una clase maestra en el Conservatorio Nacional de Música. Fue muy lindo. Hay muchos talentos aquí. Me gustaría también apoyarlos, porque Bolivia es un país hermano con Perú. Espero volver pronto, porque tengo un proyecto que quiero llevar a cabo con la orquesta de jóvenes de El Alto.
— ¿Cómo es la vida de un músico profesional?
— Es muy linda, hay que viajar, tocar, pero implica mucha dedicación. Mi esposa, como bailarina, es muy disciplinada; ella está de acuerdo con mis horas de trabajo, que son entre cinco y seis diarias, y de alta concentración.
— ¿Cómo se siente al interactuar con músicos bolivianos en esta presentación?
— Me siento muy feliz de inaugurar los conciertos de la temporada acompañado del maestro Mauricio Otazo, con quien tenemos una linda amistad. Valoro mucho a la orquesta con la que ensayamos, todos son muy talentosos. Me gustan los teatros antiguos, me recuerdan mi infancia, porque crecí en uno donde mi padre tocaba en una orquesta y es maravilloso hacerlo en el Teatro Municipal. Mi concierto se dividirá en dos partes: Concierto para piano de Edvard Grieg y la Sinfonía del Nuevo Mundo de Antoni Dvorák, ambos del siglo XIX; también habrá un homenaje andino, con el que cerraré la velada.
Perfil
Nombre: Helge Antoni
Nacimiento: Suecia, 1956
Profesión: Pianista
Renombrado pianista
Pianista hace 30 años, el sueco se formó en su ciudad Malmö, en la Academia de Música con Stanislav Knor. En 1979 fue el primer músico sueco becado por el Reino Unido para continuar sus estudios con el maestro Peter Feuchtwanger en Londres durante cuatro años. Su talento lo llevó a radicar en París y figurar como uno de los intérpretes más destacados en la actualidad. El objetivo del pianista es compartir sus conocimientos, por ello creó una fundación para jóvenes músicos.
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