Eran poco más de las diez de la mañana cuando la artista tarijeña Wilma Camacho Tejerina nos recibía en su hogar en la calle Leucadio Trigo del barrio La Terminal, al pasar el umbral de su vivienda el ambiente se torna acogedor e interesante, su sala convertida en una exuberante galería de arte totalmente decorada con pinturas de su autoría entretiene nuestra mirada mientras diligente va a la cocina para convidarnos una bebida refrescante y apaciguar en algo el fuerte calor que en Tarija se siente a media mañana.
Con muy buen humor, siempre sonriente, nos comenta que su pasión por el arte estuvo presente de forma constante en su vida; pues desde sus años de colegio en Bermejo ya mostraba actitud para el dibujo y la pintura, sin embargo el haberse casado tan joven, apenas saliendo del bachillerato, le impidió realizarse en el arte sino hasta ver cumplida su misión de esposa y madre.
Wilma se considera una artista autodidacta aunque aprendió de profesores como Luis Hurtado y Benito Huarachi. Comenzó su aventura en el arte hace más de 20 años con dedicación y una actitud determinada. Al ver que ya no le quedaban obligaciones familiares decidió que era tiempo para sí misma haciendo lo que a ella le gustaba; con pasión y empeño logró hacer su sueño realidad despertando ese talento que le resultaba innato.
Motivada en su arte
Con dos exposiciones anuales durante sus 20 años de trabajo como artista, logró sumar algo más de setecientas obras las cuales logró vender casi en su totalidad; sin embargo el arte para ella no tiene fines lucrativos pues asegura que sus precios son siempre accesibles, “con recuperar mis pinturas o maquetería para volver a pintar me siento feliz de que mis obras sean adquiridas”, afirma la artista.
“Un artista debe aceptar que puede ser pobre”, comenta segura de que el trabajo del artista si bien es difícil, es gratificante sólo por la pasión que motiva el trazo seguro que responde a la personalidad y experiencia de vida.
“Hubiera deseado tener los estudios de otros artistas”, afirma aclarando que el ser reconocida en el gusto de la gente, que adquiere sus obras, le resulta suficiente ya que con el arte llegó a realizarse como persona, encontrando un espacio tan propio que le brinda la oportunidad de conocer otros lugares, viajar y relacionarse con el medio artístico.
“En cada cuadro dejo algo mío”
Como debe ser todo artista, soy bastante desordenada, dice Wilma, mientras extrae de un folder los folletos e invitaciones de algunas de sus presentaciones para mostrar las fotografías de sus obras. Reconoce su poco cuidado por preservar sus obras, pero pese a todo no le preocupa pues incluso las obras que decoran su vivienda podrían ser vendidas si alguien se las solicitara y es que para ella lo más importante es sentirse realizada en lo que hace.
Cariñosamente sus amigas suelen llamarla “la rapidita” pues en sus paseos por el campo para capturar en sus lienzos paisajes costumbristas, muchas veces, retorna a la ciudad con tres obras concluidas. “Mis cuadros son sencillos si veo una flor, un fogón, algo que llame mi atención tengo que pintarlo hasta terminarlo”, agrega.
Sus obras en oleo y recientemente en acrílico son las que más abundan; sin embargo la acuarela, aún cuando representa una técnica más difícil que igualmente domina, no es una de las opciones que prefiera, posiblemente, porque cuando apenas tenía 12 años un profesor le rompió su tarea en acuarela negándole el crédito de haber realizado ella sola algo tan hermoso.
Con el tiempo este profesor tuvo que reconocer que su alumna tenía aptitudes artísticas y ahora con todo el tiempo para dedicar a su pasión por el arte la artista tarijeña logró además el reconocimiento de un público siempre interesado por sus obras.
Wilma Camacho Tejerina
Nación en Bermejo, de padre chaqueño y madre chilena, se casó a los 17 años, tuvo cinco hijas a las que crió y educó con entera dedicación. Cuando tuvieron edad para entrar a la universidad decidieron vivir en Cercado, cuatro de sus hijas la acompañan y viven en Tarija, una de ellas falleció en un accidente automovilístico.
Por cosas de la vida su matrimonio de 30 años concluyó en divorcio, sus hijas crecieron y se independizaron y Wilma Camacho Tejerina viéndose libre de las obligaciones de hogar que por tantos años y a tan temprana edad la ocuparon, decidió entregarse de lleno a la pasión que había mantenido dormida en su etapa de madre y esposa.
Hace aproximadamente 20 años dedica todo su tiempo al arte atraída sobre todo por los paisajes de la campiña tarijeña, de los cuales captura la esencia de la belleza natural de su tierra.
Su entusiasmo y capacidad solo pueden ser superadas por la diligencia con la que realiza cada una de sus obras en las que concentra todo su tiempo pues; como indica no puede comenzar una pintura brindándose descansos sobre todo porque su inquietud la llevan a no detenerse hasta terminarla.
Es así que en su carrera como artista logró realizar 20 exposiciones individuales en la Casa de la Cultura de Tarija, muchas exposiciones colectivas y llegó con su propuesta artística a la Galería de Arte 21 de la ciudad de La Paz Taiquinpir y al Salón Ábalo de Salta-Argentina, también participó de las cuatro subastas de arte realizadas en Tarija en el 4to Encuentro del Arte del Vino, donde compartió con grandes artistas nacionales, además de enviar varias muestras de su arte a otras exposiciones a nivel nacional.
Actualmente prepara una pronta exposición en Tarija esta vez abordando el arte moderno contemporáneo dejando a un lado los paisajes para lograr lo abstracto, y se encuentra interesada en explorar las alternativas del arte decorativo que implica trazos más modernos. Estos son los retos que asume para cumplir este año 2014.
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