Romper las expectativas sobre el teatro boliviano, agotar localidades y contactar con programadores internacionales son algunos resultados que los elencos de Escena 163 y Textos que Migran lograron en su paso por el festival Santiago a Mil.
“Fue una experiencia exitosa porque fue un festival particularmente exitoso. Ya antes de comenzar se habían agotado las entradas para varias presentaciones, aunque nosotros (los bolivianos) estuvimos entre las 15 o 10 más vendidas”, recordó el dramaturgo y director Eduardo Calla, quien con el elenco de Escena 163 presentó Mátame por favor.
Los datos que dieron los organizadores del evento al diario La Tercera confirman la apreciación de Calla. De las 52 obras puestas en escena en sala, 16 ya estaban vendidas antes de comenzar el festival, reveló la directora Carmen Romero. “Casi todo se agotó, esa es una de las cosas que nos sorprendió. Nos lo habíamos propuesto, pero fue mucho más de lo que esperábamos. Un motivo es que ampliamos el público, porque salimos a buscarlo y nos instalamos en el Costanera Center”.
No solo las obras tuvieron público. El Laboratorio Escénico, sección dedicada al encuentro entre los artistas y el público, y Platea 14, semana en la que se presentan proyectos, convocaron a más programadores que nunca, algo que benefició a los autores y actores bolivianos.
Aunque Calla y Percy Jiménez —quien presentó la obra Los B— entablaron relaciones con representantes de otros festivales internacionales, ninguno adelantó nada, ya que todavía tienen que confirmarse los arreglos.
“Obviamente el fruto de los contactos aún está por verse, pero logramos contactos muy importantes con programadores de Argentina, Brasil, Francia... No hay nada cerrado, pero ya logramos poner el teatro boliviano en el ojo internacional”, comentó Jiménez.
A esto se suma el contacto directo con la gente. Calla, quien tuvo una “sesión de trasnoche” después del estreno de su thriller ante el público, pudo conversar con los asistentes. Esta experiencia —asegura— le permitió “romper con las expectativas y preconcepciones que se tiene en el exterior respecto al teatro boliviano”.
Ambos realizadores también presentaron proyectos a los productores y programadores. En el caso de Calla, es una obra “modular” compuesta por 12 monólogos creados y dirigidos por igual número de dramaturgos. Este trabajo se estrenará en marzo.
Por su parte, Jiménez, uno de los autores de los monólogos de Calla, explicó las cualidades de Espacio Alternativo, la asociación de varios artistas y escenarios para desarrollar sus obras.
Finalmente, la participación en este festival, uno de los más importantes del mundo, sirvió además para evaluar algunas falencias en la estructura de los elencos. “Comprendimos que necesitamos traer con nosotros a una persona que se encargue de hacer el lobby. Es muy difícil dirigir y conversar simultáneamente, ambas acciones requieren estados mentales muy distintos y, a veces, incompatibles”, agregó Jiménez.
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