Iván comenzó su formación en el Conservatorio a la edad de 12 años. La música es su esencia y le dedica la mayor parte de su vida. Para Rolando, de 11, cultivar este arte “es una manera de expresar sentimientos”.
Nicole es una joven violinista de 17 años. Según ella, “la música representa toda la belleza del ser humano”. Todos ellos son estudiantes del Conservatorio Plurinacional de Música (CPM) y aspiran a ser músicos profesionales.
El Conservatorio Plurinacional de Música es la escuela de música más importante de Bolivia. Desde su fundación oficial por el maestro peruano David H. Molina y su hijo, en 1907, esta institución ha ido creciendo y cuenta actualmente con 1.143 alumnos y 110 profesores, y ofrece una formación completa en diversas áreas de este arte que produce deleite. Sin embargo, no se trata sólo de una escuela de música; en ella los alumnos comparten muchas experiencias y pasan la mayor parte de su tiempo.
“Casa”, “lugar bonito” e “interesante”, son algunos de los calificativos que los alumnos utilizan para definir al Conservatorio. Para cada uno de ellos la música no representa únicamente un conjunto de notas, tiempos o compases, sino que la conciben como un lenguaje y una gran forma de expresión.
Sergio Arévalos es músico, profesor y director de la Orquesta Infantil. “Desde muy chiquito me gustó la música, me apasioné mucho con el violín, me volví muy fanático de las orquestas, iba a todos los conciertos que podía”. Confiesa que se ha convertido en músico de mucho esfuerzo, “trabajo muchas horas diarias de práctica de mi instrumento”.
Lamentablemente, a pesar del innegable talento de la juventud y de la capacidad de Bolivia de proporcionar una buena formación musical, existen ciertos obstáculos para el músico boliviano. Como afirma Sergio Arévalos, “tiene que haber mucha educación desde la base para los niños, sobre todo de los papás”.
Apoyo. Sostiene que los padres deben tomar conciencia y apoyar a sus hijos en el intenso trabajo que se requiere para ser músico. “El músico boliviano debe tener dos profesiones aparte de la música (...), todos mis compañeros de la Orquesta Sinfónica son ingenieros, arquitectos, economistas, etcétera (…). Imagínense si toda esa energía la pusiéramos a hacer música”. Iván, Rolando y Nicole han sido afortunados en recibir el respaldo y aliento de sus padres.
Iván reveló su pasión a temprana edad: su padre tocaba el corno francés y su madre era cantante, y él descubrió la trompeta. Rolando asiste a conciertos desde pequeño y fue así como empezó a interesarse por la música.
El padre de Nicole tocaba la guitarra y fue él quien vio las facultades que ella tenía para la música y, por consiguiente, la metió al Conservatorio. Carla, estudiante de violín, sueña con ser concertista; su interés por la música surgió en el colegio y por la influencia de su madre, que escuchaba conciertos y música barroca.
A pesar de la formación musical de calidad que proporciona el Conservatorio, según los estudiantes, nuestro país no brinda las condiciones necesarias para que la futura carrera de un músico prospere. Los problemas parten de una infraestructura inadecuada y llegan a la falta de apoyo por parte del Gobierno.
Profesionales. Si bien recientemente se otorgó al Conservatorio la facultad de ofrecer el título de licenciatura, este logro es considerado tardío ya que varias generaciones de músicos, al no disponer de este beneficio, se vieron forzadas a abandonar el país con el fin de continuar sus estudios de música en el extranjero.
“Es necesario un mayor apoyo a la cultura y una sensibilización general a niños, jóvenes y adultos para que reconozcan en la música, no sólo el placer y la melodía, sino un medio de expresión de sentimientos del individuo y de la colectividad. No por nada decía Platón que la música es alimento de la virtud...”, sostiene otro de los estudiantes del Conservatorio.
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