Tres elencos de la Orquesta Experimental de Instrumentos Nativos (OEIN) estrenaron anoche la obra Para la cruz en el mirador de Jach’a Kollo, de la zona de Cotahuma, con los sonidos de la ciudad como telón de fondo.
Dirigidos por Carlos Nina, los elencos juveniles D y G y el principal del proyecto musical interpretaron la pieza en penumbras, apenas iluminados por las luces de la sede de gobierno.
La función gratuita comenzó a las 20.30 cuando, en diversos puntos del parque, los jóvenes músicos parecían formar parte del mirador. Más que un concierto, la presentación de la OEIN se asemejó a una performance.
Ubicados en una especie de nidos de papel, los intérpretes emplearon bombos para dar inicio al espectáculo con un sonido bajo y retumbante. Mientras que el resto del elenco subió al mirador por sus diferentes accesos haciendo sonar tarcas de diferentes longitudes.
Cada una de las interpretaciones fue seguida de una pausa en la que el sonido de la ciudad —su tráfico, sus calles y animales— se unía a la obra artística. Los movimientos de los músicos y el hecho de que la interpretación se realizó frente a la cruz, que corona el observatorio, dio a los asistentes la sensación de estar en medio de una ceremonia religiosa o una procesión.
Nina, quien compuso la obra, explicó a La Razón que el objetivo es ése, aludir al sincretismo religioso que se manifiesta en el mirador urbano. “Jach’a Kollo es un lugar espiritual muy antiguo. Allí se llevaron adelante las ceremonias religiosas de los pueblos de la zona. Posteriormente fue escenario de procesiones tras y durante la Colonia. Es una muestra de la unión entre dos espiritualidades”, agregó Nina.
Las obras también tenían elementos interactivos, pues los asistentes podía moverse libremente por el parque, incluso entre los músicos que se reunían en grupos, y así tener diferentes perspectivas de la música y la vista. Esta noche y mañana el elenco volverá a presentarse en este mismo escenario natural con el trasfondo de la ciudad.
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