“Tempestad”, un día fue un viejo y frondoso árbol que luego fue quemado por manos inescrupulosas, hoy luce como una de las obras de arte más elogiadas en el salón Gíldaro Antezana. Carlos James Guardia Olivera es el escultor cuya pasión es rescatar las especies forestales y convirtió a este viejo y quemado árbol en un rostro arrasado por el tiempo.
“Tempestad es el tiempo que se va desvaneciendo como el viento”, explica el escultor.
Junto a este, también están “Limbo”, “Hijo pródigo”, “Fauno”, Sueños”, “Fuente”, “Corazón coraza” y “Una mirada al futuro”, que son parte de la muestra de varios árboles que fueron inmortalizados en obras de arte.
La infancia de Guardia, muy vinculada a la naturaleza en la comunidad La Villa en Punata, influyó fuertemente en este artista cuyos primeros tallados en madera fueron animales de su entorno.
Las formas caprichosas de los sauces, molles y algarrobos le han permitido dar rienda suelta a su imaginación.
Hace trece años decidió perfeccionar su afición e inició sus estudios en la Escuela de Arte “Raúl G. Prada”. A sus 33 años de edad, Guardia ha perfeccionado la técnica del tallado en madera combinado con el quemado, imponiendo un estilo que va del clacisismo al contemporáneo, y del hiperrealismo al contemporáneo.
Con formoles, lijas y cuchillos en mano, el artista transforma los troncos en variadas formas que expresan su mundo interior.
“Es la inquietud que sale de nuestro ser, tal vez no podemos expresarnos en palabras y lo materializamos en esculturas”, explica el artista, mirando emocionado sus creaciones.
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