Es el caso de la escritora Marcia Batista, quien lleva publicados ya cinco libros entre novelas y cuentos destinados a diferentes edades, pero que tiene muchos proyectos por publicar, pues desde su último libro pasaron algunos años, en los que no dejó de escribir, contando con varios documentos, entre ellos obras de teatro y poemas.
Pero dejemos que ella misma nos cuente, sobre esta nueva experiencia que compartió con LA PATRIA hace algunos días.
¿Cuánto tiempo pasó desde tu última obra?
Desde la edición de la novela juvenil "Tengo prisa por vivir" pasaron rápidamente dos años.
¿En ese tiempo continuaste escribiendo?
Sí. No estuve sufriendo ningún tipo de catalepsia intelectual, seguí escribiendo muchas cosas poesía, teatro, crónicas y otros ejercicios en ese oficio tan grato. Lo único es que no edité ningún libro.
Sabemos que estás incursionando en la escritura de teatro, dicen que es difícil, ¿te parece difícil?
Para mí escribir es una herramienta para comunicarme y pienso que, para quien lo hace como un oficio es algo normal, no es fácil ni difícil. Escribir teatro es trillar otro camino con el mismo instrumento. Al igual que en la narrativa, en las obras dramáticas existen personajes, seres ficticios, creados por el dramaturgo, que cobran vida al momento del montaje ellos dicen sus parlamentos y, a través de sus palabras, nos cuentan la historia. En muchos textos literarios, el narrador es quien se encarga de relatar la historia, sobre un mundo ficticio y una sucesión de hechos, sitios y personajes, en un lapso determinado de tiempo. El narrador, juega un papel intermediario entre el público y los hechos. Es igual en el teatro. Como acompañaste mi obra, sabes que me estoy perfilando como narradora y que me gustan los personajes que hablan en primera persona. Entonces no me alejo mucho de mi obra al escribir teatro, la gran diferencia es que existe más sentimiento y los personajes serán un tanto más fuertes cuando un actor los encarne.
¿Cómo nace la idea de escribir teatro?
Es difícil lidiar con los sentimientos inconscientes. Cuando yo empiezo un trabajo no sé porque lo estoy haciendo. Pero, cuando ya está listo, pasa cierto tiempo y lo miro desde afuera me doy cuenta que pasaba algo. Y la idea de escribir teatro nace de la bronca ante la injusticia social que existe en nuestro continente. Todos los gobiernos hacen muchos y muy bellos discursos y las clases menos privilegiadas, las mayorías, sufren mucho. Es una lucha muy fuerte por la sobrevivencia y las personas pasan por situaciones extremadamente penosas, porque no tienen acceso a ejercer sus derechos básicos. Las mayorías, están libradas a una eterna lucha sin cuartel y obligadas a morir con las botas puestas. Así, para mí escribir teatro es una forma de expresar emociones que de alguna manera me traen cierta angustia, me perturban. No es un intento de ser polifacética en el arte de escribir, es un intento de expresar sentimientos para llegar a mí misma, es una especie de psicoanálisis sin el sicoanalista escudriñado mis gestos y buscando palabras detrás de las palabras para sorprenderme con sus preguntas embarazosas.
¿Cómo ves el teatro en Oruro y Bolivia?
Es un poco doloroso mirar adentro, ver nuestras falencias y hacer autocrítica, porque mueve nuestro ego y nuestra autoestima… No es nada de lo que quisiera que fuera. Pero, percibo el teatro como literatura y como arte escénico como un género poco cultivado en Bolivia por consiguiente en nuestro Oruro. Puesto que en Bolivia no se lee teatro fuera del colegio, no sorprende que nuestro país carezca de dramaturgos que escriban continuamente, ni que las producciones teatrales sean cada vez más esporádicas especialmente en nuestra capital de departamento, donde se limita al teatro humorístico que no se basa en una obra literaria. Es un teatro con un mensaje muy básico y popular. Esto explica en parte la falta de una crítica teatral que historice la dimensión espectacular del teatro del país. Eso es muy duro. Nos deja muy rezagados en relación a otros países de la región. Son oportunidades de desarrollo cultural que estamos perdiendo y negando a nuevas generaciones.
¿Será una herramienta que permita mejorar el desarrollo humano?
Ciertamente, la mediación cultural es uno de los mecanismos distintivos del desarrollo humano de un país o región. Poco se duda acerca de la importancia de la cultura como inductora de desarrollo y cohesión social, de su relevante papel ante la cuestión de la diversidad cultural, la integración de comunidades minoritarias, los procesos de igualdad de género y la problemática de las comunidades urbanas y rurales marginadas. En muchos países, los sectores políticos están comenzando a percibir y reconocer que la cultura juega un papel mucho más importante de lo que suponían y las reformas sociales, tienen muchas más posibilidades de avanzar con éxito si simultáneamente se tiene en cuenta la perspectiva cultural para atender las aspiraciones e inquietudes de la sociedad. Además, se realza de forma especial la contribución de la cultura como factor de cohesión ante los procesos de profundización de desigualdades económicas y de tensiones de convivencia social. En ese cuadro el teatro juega un papel preponderante. Si los gobiernos supieron que invertir en cultura es rentable y produce riquezas la situación sería otra.
En cuanto a la poesía, ¿qué autores te gustan?
Son tantos, son tan buenos. Da tanto gusto leerlos: Clarice Linspector, Mario Benedetti, Alfonso Gamarra, Vinicius de Moraes, Blanca Garnica y la lista sigue y es muy selecta y muy linda.
¿Qué clase de poesía escribes, dedicada a qué o a quiénes?
En ese espacio silencioso de escritora estoy acercándome a la poesía. Me gustaría decir mucho con pocas palabras como lo hace la gran poetisa Blanca Garnica. Pero, no. La poesía en mí emerge muchas veces a gritos otras veces como un lamento. Es un género muy espontáneo en mi caso. Estoy organizando un poemario, pero hablaremos de ello otro día.
¿Cómo encuentras las palabras adecuadas para expresar lo que quieres decir?
La poesía en mí, es algo que fluye más naturalmente que otros géneros. No busco palabras, como las gallinas buscan el maíz…Cuando escribo poesía, son momentos de inspiración muy particulares, es como si se tratara de un ente que está ahí y se manifiesta. Quizás son mis fantasmas que salen a flote a través de la pluma. No lo sé.
¿Tienes algún fetiche como escritora?
Sé que mucha gente buena tiene cositas que piensan que sin ellas no pueden escribir, como ejemplo: Hemingway tenía el fetiche de escribir con una pata de conejo raída en el bolsillo. Gabriel García Márquez necesita estar en una habitación con una temperatura determinada y tener en su mesa una flor amarilla. Isabel Allende hace conjuros antes de ponerse a escribir. Tiene fetiches y comienza siempre sus novelas el 8 de Enero. Al empezar a escribir, enciende una vela. Cuando la vela se apaga, deja de escribir. Por mi parte, aún considerándome una persona muy creyente en todo y en especial en lo esotérico, al tiempo que me considero muy libre, pienso que la escritura no es cuestión de azar, es un gusto por plasmar ideas y para eso no hace falta un fetiche ni un lugar especial. Cuando siento ganas de escribir, escribo y de lo contrario me abstengo.
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