“Los cantos se enfocan en el mito desde mi punto de vista. Por ello se refieren a la pareja y a la femineidad”, explicó Elvira Espejo, responsable de la composición de las canciones que forman parte de la obra Tunupa, que Vidanza estrena hoy.
La también artista plástica y actual directora del Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef) reveló que el trabajo tomó cerca de un año, ya que quienes participaron en la elaboración de la pieza multidisciplinaria tuvieron que “digerir” mucha bibliografía.
Tunupa está inspirada en dos variaciones del mito. Para la elaboración del guión, los autores se basaron en el trabajo de investigación que realizó Ramiro Molina con el Musef durante 25 años, además de otros análisis de tradiciones orales y leyendas vinculadas con el salar de Uyuni.
En el caso de Espejo, ella también indagó en las historias de los pueblos de la zona y buscó inspiración en el mismo paisaje que sirve de escenario para las historias que forman la obra narrada a través de danza contemporánea.
“A diferencia de otros trabajos anteriores, éste no tiene un territorio en específico. La música responde a los ritmos andinos que se escuchan y producen en todo el altiplano nacional, no son de ningún pueblo en particular”, indicó la autora e investigadora.
En ese sentido, la compositora dividió en tres partes la estructura de los cantos. La primera se refiere a la identificación del territorio. “El paisaje de los Andes y su relación con los lagos Titicaca y Poopó son parte importante en la historia. Es por ello que la música, concretamente la letra, se tiene que referir a estos lugares”, agregó Espejo. El segundo pilar es el mismo Lago Sagrado y los seres que lo habitan y que protagonizan la primera leyenda.
Finalmente, la dualidad de la pareja, su importancia como motor de la historia y su relación con los conceptos de masculinidad y de femineidad andina, son un aspecto clave en la composición musical de Tunupa. La obra cuenta dos mitos distintos, pero relacionados entre sí con la figura de Tunupa, que puede ser masculina o femenina, según la zona y la milenaria época de su origen.
En la primera parte se habla de Tonopa, el varón, quien representa a la versión más antigua. Una deidad condenada por otros dioses cuando se descubrió que pecó con sus hijas. Su castigo fue ser atado a una balsa de totora que se la dejó a la deriva hasta que se abrió el río Desaguadero.
La segunda leyenda se enfoca en Tunupa, una mujer muy bella que tuvo un hijo con Azanaque, otra deidad quien después la abandonó con un hijo. Ella lloró y sus lágrimas se mezclaron con la leche de sus pechos para crear lo que es hoy el salar de Uyuni. Las entradas cuestan Bs 10 en galería, Bs 20 en anfiteatro y Bs 30 en platea.
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