El tipo más antiguo de cantata, conocido como cantata da camera, fue compuesto para voz solista sobre un texto profano. Contenía varias secciones en formas vocales contrapuestas, como son los recitativos y las arias. Entre los compositores italianos que escribieron estas obras se incluyen Giulio Caccini, Claudio Monteverdi y Jacopo Peri. Hacia finales del siglo XVII, la cantata da camera se convirtió en una composición para dos o tres voces.
En un principio el término significó únicamente una pieza para ser cantada y aparece por primera vez en 1620 de la mano de Alessandro Grandi (colaborador de Monteverdi).
Aunque al principio el término cantata se utilizó para designar composiciones muy diferentes, poco a poco fueron surgiendo las principales líneas estructurales que las convertirían en una nueva forma musical. Para finales del XVII se aplicaba el término cantata a aquellas composiciones claramente compartimentadas en recitativos y arias, escritas por lo general para una sola voz, aunque también podemos encontrarnos cantatas para dos o más voces.
Las primeras cantatas eran interpretadas principalmente en academias italianas, de ahí que los textos musicados fueran por lo general de carácter profano.
Muchos fueron los compositores que cultivaron este género: Alessandro Stradella, Antonio Vivaldi, Tomaso Albinoni y sobre todo Alessandro Scarlati, que escribió más de 600 cantatas llevando a la perfección formal el aria da capo.
Si en Italia la cantata surge como un género de carácter profano, en Alemania la vinculación entre música e Iglesia que se produce tras la reforma luterana nos permitirá encontrar un gran número de cantatas de carácter religioso.
Los compositores de capilla eran obligados por contrato a componer cantatas para todos los domingos y días festivos del año, lo que suponía una ingente cantidad de música y texto para unas imprentas musicales que aún por desarrollar, sólo imprimían los textos de estas sin la música. Por este motivo hay un gran número de cantatas que no han llegado a nuestros días.
En Alemania, el compositor por excelencia de cantatas es Johannes Sebas-tian Bach, no por el número de estas (alrededor de 295 frente a las casi 2.000 de Graupner), sino por resultar una síntesis perfecta de toda la música vocal barroca, y por la grandeza de poder expresivo de su música.
Si bien Bach nunca llegó a interesarse por la ópera, fue Haendel quien se dedicó durante más de treinta años a la composición en este género mostrando un inesperado talento dramático y un profundo conocimiento de la psicología del ser humano.
Compuesta especialmente para las iglesias, esta forma se conocía como cantata da chiesa (cantata de Iglesia). Sus máximos exponentes italianos fueron Giacomo Carissimi, verdadero creador del oratorio, y Alessandro Scarlatti. En Alemania, durante este periodo, la cantata da chiesa, en manos de Heinrich Schütz, Georg Philipp Telemann, Dietrich Buxtehude, Johann Sebastian Bach y otros compositores, evolucionó hacia una forma mucho más elaborada que su modelo italiano. Bach hizo de la cantata de Iglesia el centro de su producción vocal, si bien también compuso cantatas profanas como la célebre Cantata del café.
CANTATAS RELIGIOSAS
Las cantatas se crearon para ritos reli-giosos, tanto católicos (las cantatas sa-cras) como protestantes. Esas cantatas tenían una parte oral muy consistente, destinadas a ser cantadas por los feligre-ses. El gran maestro de la cantata religio-sa fue Bach. Sus cantatas tenían generalmente un coro inicial en que los sopranos iniciaban el tema musical se-guido por las otras voces; se sucedía por medio de arias con recitativos cortos, a veces con instrumentos solistas que tocaban la melodía preparada para la voz (es lo que se denomina obligato). La con-gregación de fieles conocía los corales de antemano, ya que se iniciaba el servi-cio religioso con un “preludio coral” que tocaba el órgano. Estos corales de Bach fueron la base de los coros de los gran-des oratorios, como el oratorio de Navi-dad y las pasiones (la Pasión según San Mateo y la Pasión según San Juan).
Para ejemplificar esta enorme produc-ción musical, mencionamos tres piezas paradigmáticas, de grandes composito-res de cantatas: de J. S. Bach: de la can-tata 147, el fragmento “Jesús, alegría de los hombres”; de Antonio Vivaldi, la Can-tata Cessate omai cessate; de Dietrich Buxtehude, la Cantata Das neugeborne Kindelein.
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