A pesar de su reciente aparición en el país, hace tres años, esta disciplina de reconocimiento internacional gana cada vez más adeptos que reciben formación para ser entrenadores y competidores profesionales.
Motivados por la pasión del baile, Claudia Pereyra y Carlos Clavijo, ambos bailarines e instructores profesionales, fueron pioneros en promover este movimiento en Bolivia e impartir cursos gratuitos con maestros extranjeros desde 2010.
“Nuestra intención es promover este deporte, pero a un nivel competitivo y serio. Por eso nos pusimos en contacto con la Federación Mundial de Baile Deportivo (FMBD) para llevar adelante este sueño”, dice Pereyra.
Con estos talleres prácticos formaron una veintena de parejas en La Paz, Cochabamba y Oruro, con el propósito de difundir este deporte en todo el país.
Con este equipo de entrenadores el objetivo es organizar competencias locales más frecuentes y participar de encuentros sudamericanos con un grado óptimo de rendimiento.
El español Joan Cayuela -juez internacional de la FMBD, quien también fue entrenador en Bolivia- asegura que se necesita tiempo para dar a conocer este deporte en el país.
“Hay muchas ganas, pero se necesita entrenamiento' se necesita sentir y vivir el baile deportivo para difundirlo. Al principio la gente empieza por diversión, pero es tan apasionante que terminan como excelentes competidores”, agrega el experto.
Desde la pista de baile
Como cualquier otra disciplina, el baile deportivo tiene reglas que ayudan a calificar a los participantes y varían de acuerdo con la categoría y al ritmo de baile. Las mismas fueron establecidas por la FMBD y se aplican en todo el mundo.
Clavijo explica que no se trata de bailar simplemente, sino que en la pista se considera la musicalidad de la pareja, la limpieza de los pasos, el movimiento del cuerpo y la postura, entre muchos otros aspectos.
“Parece algo sencillo, pero demanda mucha precisión, técnica y práctica para llegar a competir”, agrega el bailarín.
Con estos parámetros, en febrero se realizó el primer campeonato nacional de baile deportivo y Open Nacional en La Paz, en el que los concursantes fueron calificados por jueces extranjeros.
Verónica Aramayo y Marcelo Arias, bailarines que participaron en el evento, coinciden en que el baile deportivo es apasionante.
“Lo más emocionante en la pista es ver cómo la gente se deja llevar por nuestros movimientos, porque llegamos a transmitir la pasión que sentimos al bailar”, expresa Aramayo.
En esa oportunidad las parejas se lucieron con el estilo latino -compuesto por la rumba, bolero, la samba, el pasodoble, jive y cha cha cha- con movimientos enérgicos y precisos, durante tres minutos intensos por cada baile.
Otro estilo practicado en todo el orbe es el estándar, que se caracteriza por ser un baile sobrio y elegante, que incluye el vals inglés, el tango europeo, el vals vienés, el slow fox y el quickstep.
En ambos casos la edad no es una limitante. “Las personas que bailan pueden ser niños y adultos hasta los 75 años o más.
El único requisito es la dedicación, el constante entrenamiento y muchas ganas para mejorar los movimientos”, dice Claudia Pereyra.
Horas de entrenamiento
Adrián López, otro de los bailarines, comenta que esta disciplina demanda al menos tres horas diarias de entrenamiento con la pareja, para que ambos lleguen a compenetrarse en el baile.
“Como es un deporte que recién se conoce en Bolivia, muchas veces no tenemos a quién seguir y recurrimos a ver videos en internet para aprender pasos y técnicas”, dice.
Cayuela explica que cada técnico deportivo debe cumplir diferentes objetivos con la pareja, como pulir la puesta en escena, la representación de la pareja y, especialmente, los aspectos técnicos.
Otro factor clave es el vestuario que, por lo general, responde a la última tendencia en moda, según la temporada.
Las mujeres, de acuerdo con el ritmo, llevan trajes coloridos con flecos y lentejuelas. Los hombres, en cambio, escogen atuendos oscuros y en una pieza para que den línea al cuerpo.
Los zapatos en ambos casos tienen una suela flexible y dan la sensación de estar bailando descalzos. En el mercado local es casi imposible conseguirlos, por lo que los aficionados los piden por internet.
Pese al esfuerzo que implica ser un competidor profesional , estos bailarines no escatiman nada a fin de “dejar todo en la cancha”.
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