La arquitectura en la vida de Álvaro. Fernández de Córdova estudió justamente en Córdoba, Argentina, y desde ese momento no he realizado otro oficio que el de diseñar, estudió Arquitectura porque se dio cuenta que tenía visión espacial, requisito indispensable para la profesión, además le gusta inventar, lo que hace que el oficio que eligió no sea repetitivo, "me gusta la plástica, la música, las artes en general, también me gusta la ciencia, la mecánica. La arquitectura permite y obliga a la persona a estar siempre investigando sobre todas la áreas de la arquitectura y desarrolla en uno la habilidad del pensamiento paralelo, no lineal", señala Fernández de Córdova sobre el porqué de la elección de esta profesión que es su pasión.
Sobre la obra. "El hecho de 'techar el espacio público' me pareció que respondería contundentemente a nuestro clima y a la sensación de sentirse cobijado, abrazado", señala Álvaro como primer precepto de la obra, además añade que "esto que fue como la idea fundamental de la propuesta, permitió también cumplir con el segundo precepto que es la necesidad de proteger y preservar en el tiempo las geniales esculturas del agua y el sol, enemigos de la madera, material con las que son ejecutadas las obras de arte", finaliza.
La madera como protagonista. El uso de la madera como material para realizar la obra, propuesto por WWF, segundo promotor de la obra, le pareció a Fernández de Córdova una buena oportunidad de trabajar un objeto arquitectónico "que muestre este bello material de manera más fina, resaltando su belleza, su nobleza y a su vez ayudando a exponer a nuestra sociedad que se puede hacer uso de ella sin depredar, usando madera de bosque certificado", señala el arquitecto para finalizar.
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