Rompiendo todo esquema y técnica, Tapia utilizó su sangre para manchar sábanas blancas, un acto conceptual complejo que se fundamenta desde la concepción hasta la muerte de la mujer.
Tapia, dejó huellas en cada una de las instalaciones para que el público pueda comprender su concepción, para ello éste debe ser capaz de ampliar sus horizontes.
La muestra comienza con un cuadro donde aparece una mujer de quien succionan su sangre para que reciba un hombre, es una metáfora que la artista utiliza para explicar cómo ella ve la realidad del sexo femenino en una sociedad machista, "vampiros", dice ella, porque succionan el ser de esta figura materna.
A su lado, se encuentra el dibujo de un toro, a quien extraen la sangre para bañar a una mujer, en este caso a Tapia, quien evidentemente roció su cuerpo con este líquido rojo, se recostó en una sabana dejando su huella en una sábana blanca, símbolo de la pureza e inocencia de las féminas.
En los muros del salón, se encuentran jeringas y guantes de goma desechables, utensilios del proceso de sangrado provocado para manchar estos trozos de tela.
Pero la exposición de Tapia no acaba ahí, ya que también se proyectó un video donde explicó lo "obvio", como mencionó el joven poeta Sergio Gareca, embriagado por la transgresión del arte por parte de Tapia, él comprende que la obra muestra cómo se excluye a la mujer y que esta realidad dejó a la sociedad insensible desviando su atención a otras cosas aunque el problema se encuentra latente.
Tapia, emocionada por el impacto causado en los espectadores, se sintió satisfecha porque a través de su obra logró un efecto de impresión, admiración y repudio, sentimientos encontrados en una sola exposición de arte contemporáneo.
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