Por segundo año, los ajayus (almas) de varios “inquilinos” del Cementerio General de La Paz salieron a recibir a miles de visitantes. Los anfitriones narraron, el sábado por la noche, la historia de una serie de personajes que hicieron historia.
“Cuidado y se te aparezca la famosa Anita Paredes”, le decía una madre a su hijo que no se negaba a tomarle de la mano; ante la advertencia, la mirada curiosa del niño buscaba el alma en pena de la primera paceña enterrada en el mayor camposanto de la ciudad.
No importó el frío que hizo estremecer a los visitantes, que acudieron a la cita del Gobierno Municipal. La actividad se llama “Una noche en el Cementerio” y por segunda vez atrajo a miles que hicieron una larga fila alrededor de la necrópolis. Varias calles fueron cerradas del tráfico vehicular. Desde las 15.00 la gente se formaba para ingresar y disfrutar del evento que forma parte del programa Octubre Patrimonial, en conmemoración de la fundación de la sede de gobierno.
Muy ordenados y en grupos de 120 a 150 personas comenzaron a ingresar a las 19.00. Las mochilas eran revisadas por seguridad y personeros de la Alcaldía les pedían que no se separen del grupo y que guarden silencio durante el paseo de una hora.
Niños, niñas, adultos y hasta mascotas pasearon y conocieron parte de la historia del Cementerio General. Un ajayu vestido con ropas de la época republicana explicó cómo el Mariscal Andrés de Santa Cruz mandó a construir el camposanto ya que la ciudad apestaba, dado que la gente enterraba a sus muertos en sus patios o iglesias. El camino fue iluminado por veladoras, linternas y fogatas. También había sitios por los que estaba prohibido circular.
“Tan bueno era el compadre”, comentaba Clara Méndez a su nieto Gonzalo mientras un alma les mostraba las tumbas de Carlos Palenque, Mauricio Lefebvre y Luis Espinal. “Es como retroceder en el tiempo”, decía Róger Cruz, quien tomó una instantánea con su iPhone. El paseo incluyó el mausoleo de los Héroes del Acre y las tumbas de los expresidentes Germán Busch y José Manuel Pando.
“Espero que al año incluyan más lugares”, pedía Iltze Fortún al final del recorrido, mientras el ajayu de una cholita despedía a los visitantes diciendo: “Ustedes también vayan hoy a descansar en paz a sus camitas”.
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