El Museo Nacional de Arqueología de la calle Tiwanaku está cerrado hace más de dos años.
El delegado Municipal para el Fomento de la Interculturalidad, Marcelo Fernández, propuso la creación de un nuevo repositorio arqueológico en nuestra urbe, frente a la carencia de una acertada gestión patrimonial de parte del Estado.
El problema se agrava al permanecer cerrado el Museo Nacional de Arqueología de La Paz, por una intervención hace más de dos años, que impide mostrar la herencia de las culturas prehispánicas,
“El museo de arqueología, uno de los principales atractivos del turismo en nuestra ciudad y donde existen importantes colecciones históricas provenientes de la época precolombina, con miles de objetos que forman parte de nuestro patrimonio, no puede permanecer cerrado, perjudicando a la investigación científica”, remarcó Fernández.
Explicó que existe una riqueza cultural que necesariamente debe ser mostrada a nuestra ciudadanía y a los miles de turistas que llegan del exterior, atraídos por la magia que tiene el valle de Chuquiago Marka.
“Objetos de cerámica y de piedra provenientes de las culturas como la de Chiripa, Wankarani, Tiwanaku, Inca y de los señoríos aymaras, no pueden permanecer en los depósitos del museo”, reiteró el Delegado de Interculturalidad.
El Ministerio de Culturas realiza supuestamente un nuevo inventario y registro de los miles de objetos del Museo Nacional de Arqueología, pese que las colecciones ya fueron inventariadas hace décadas.
El museo está ubicado en la edificación denominada “el Palacio Tiwanaku” que perteneció al investigador Arthur Posnansky y que en 1922 pasó a ser propiedad del Estado.
Se tienen estudios que se refieren a que el valle de la Paz fue poblado ya hace más de tres mil años por los primeros recolectores-cazadores.
Existe también una serie de vestigios arqueológicos que se registraron en diferentes zonas de la actual ciudad que demuestran los asentamientos, principalmente de la cultura Tiwanaku.
Según el arqueólogo Carlos Lémuz, en 1533 la hoyada de Chuquiago Marka se constituía en un importante valle poblado, donde se desarrollaban labores mineras tanto en socavones como en pozos abiertos, siendo explotados los primeros por los incas y los segundos por mitimaes de distintos señoríos, como los Lupaca y los Pacajes.
“Los torrentes de los ríos Chuquiapu y del Orkojawira eran conocidos desde épocas preincaicas por su riqueza áurea, proveniente desde los deshielos de la cumbre de Churiumani”, acotó Lémuz.
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