Tres series componen la exposición, cada una tiene como fondo el Cerro Rico y las minas que han constituido la riqueza de la ciudad de Potosí.
La primera serie está compuesta de retratos de cuerpo entero de guardias, custodios y mineros. El mismo paisaje se reduce a diferentes ángulos, mientras que la presencia humana encarna el alma errante.
La segunda serie de retratos extiende esta interferencia entre el hombre y su medio ambiente, disociada a través de dos cámaras fotográficas. Los dípticos incrementan los elementos metonímicos y simbólicos: las manos aferradas a las herramientas, las manos de los trabajadores en el mineral, las manos extendidas hacia la meta.
A continuación, se despliega un mundo de relaciones que unen a los hombres y los dioses, el de la ofrenda y el sacrificio en la tercera serie: coca ofrecida, que muestra un imaginario de la mina y del minero, el retrato y la ofrenda.
Paisajes de piedras obstruyen el lente. Minas derrumbadas, cuya entrada encuadra la figura tutelar de sus guardianes. Salpicaduras de sangre de llamas sacrificadas en un muro enmohecido. Manchas secas de sangre en forma abstracta, huellas de tiempo rituales. Por todas partes: minerales, una pala, manos, hojas de coca, paisajes de rostros humanos nos cuentan la cotidianidad de los hombres, mujeres y niños de la mina.
“Blum recorre el mundo en busca de hombres y mujeres que imprimen cotidianamente a su alrededor la presencia de su singularidad. Crea álbumes de topografías humanas en resonancia con su marco familiar. En Potosí, humaniza el horizonte minero. Cada figura humana confiere su carácter su carácter particular al marco de la mina. En la montaña ancestral, el fotógrafo da una identidad: el nombre de la mina tiene el mismo nombre de su guardián, como un eco sonoro de la pareja formada entre el hombre y su medio”, explica Caroline Perrée, doctora en Historia del Arte, acerca de la muestra.
“Eco, resonancia y correspondencia, las fotografías de Raphael nos hablan de un hombre en interacción con su medioambiente, de un hombre que lo moldea y lo personifica. Es por esta razón, que el humano está primero al centro, encuadrando su trabajo, objeto y sujeto del diálogo visual instaurado con el fotógrafo”, acota.
Raphael Blum
Nacido en 1966 (Forbach, Francia), cursa estudios artísticos y se titula en el Instituto de los Idiomas y Civilizaciones Orientales (París). Desarrolla numerosas estancias en América latina (Argentina, Bolivia, Paraguay) y en Asia sureste (Indonesia, Filipinas) una obra multiforme de carácter antropológico que se refiere a la imagen del otro. La cuestión del exotismo queda como un tema central de sus investigaciones. Sus trabajos toman la forma de instalaciones, conjuntos fotográficos o videos.
En 2000 recibe el aliento de Claude Lévi-Strauss para sus obras en América del Sur (Argentina).
En el Volkenkunde Museum, Museo Nacional de Etnología de Laiden (Países-bajos) realizó en 2008 la primera exposición de sus obras sobre las Filipinas. “Manila, catch me if you can!”.
Su obra fue el objeto de exposiciones, publicaciones en Francia y el extranjero, en museos, centros de arte, festivales y galerías alrededor del mundo.
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