Johnny Fernández Rojas, gestor cultural del municipio, elaboró una propuesta basada en una serie de consultas realizadas a artistas, escritores, actores, historiadores, periodistas y otros que coincidieron, inicialmente, en que ese inmueble se constituye en “una vergüenza para los quillacolleños”, por la incapacidad de las autoridades municipales y la complicidad de los vecinos, que postergaron su funcionamiento.
Sostiene Fernández que cuarenta alcaldes de Quillacollo limitaron a únicamente a prometer la refacción del espacio.
Fernández recordó que en 1942 el alcalde Aníbal Zamorano Virreira inauguró el edificio con el nombre de “Cine Teatro Municipal de Quillacollo”. En 1958, se optó por “bautizarlo”, como Cine Teatro “Teófilo Vargas” de Quillacollo, hecho promovido por el alcalde de entonces, Ismael Vargas Méndez.
Testigos que aun viven testimoniaron que las presentaciones teatrales fueron esporádicas pero inolvidables.
El cine fue el más explotado. Éste encontró, manifiesta Fernández, su apogeo en las décadas del 60 y 70, de las que con nostalgia se recuerdan las funciones rotativas de los jueves y las funciones populares de los lunes.
Actualmente, el Cine Teatro “Teófilo Vargas” es una mole inerte, que alberga alimañas, roedores, además de servir como depósito de materiales de construcción; también es utilizado para asambleas de los vecinos, para eventuales actividades artísticas o alguna de las autoridades municipales de turno.
En la Cumbre de las Culturas de Quillacollo, organizada por la Asociación de Instituciones de Cultura de Quillacollo (AICQ) y realizada precisamente en ese recinto en marzo pasado, se demandó a las autoridades municipales el urgente funcionamiento del Cine Teatro “Teófilo Vargas”.
PROPUESTA El nuevo Complejo Cultural “Teófilo Vargas” de Quillacollo comprendería, de acuerdo a la propuesta de Fernández, un subsuelo destinado al parqueo y una primera planta destinada a cine y teatro. “En la segunda planta, deberían haber salones funcionales y divisibles para conferencias, exposiciones permanentes, salón de notables, etcétera. La tercera planta la ocuparían las artes escénicas, musicales, visuales y plásticas, audiovisuales, literarias, artes aplicadas y cultura popular e interculturalidad. La cuarta planta estaría destinada a la administración y al Consejo Municipal de Culturas. La azotea serviría de mirador turístico y el taller de danza y folklore” sostuvo.
Con aportes ciudadanos
En términos económicos, Fernández reconoció que aún no se tiene precisiones, sin embargo, una vez posicionada la idea en la población y en sus autoridades, se esbozarían los respectivos presupuestos.
“Por la naturaleza del comportamiento social de los quillacolleños, se descuenta su concurso como contraparte, que comprendería: el terreno, la elaboración del proyecto a diseño final, la ejecución de un sinnúmero de campañas de contribución económica y en materiales de construcción, etcétera. El otro restante, tendría que asumirlo el Gobierno departamental y central”, aseveró el gestor cultural.
Fernández concluyó que las condiciones quillacolleñas de 1942, obviamente son diferentes a la de 2012. “En esta ocasión, la balanza tiende a encontrar favorables contrapesos, en procura de contar con un otro escenario que ostente características actuales y modernas, y que además, se constituya en una franca representación emblemática de la cultura de los quillacolleños”, sostuvo.
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