“Nos llamamos artistas ‘plásticos’ porque nos podemos estirar y dar forma en diferentes demostraciones”, desde un cuadrito de 7x7 centímetros hasta un biombo de 2x2 metros a 2.50.
En esta primera muestra individual del año en Santa Cruz -Mirta ya estuvo dos veces en La Paz en 2012-, la artista manifiesta su nostalgia por el pasado y por la imagen influyente de su abuela paterna. Es la fisonomía y la mirada de ella la que adquieren las mujeres que pinta la artista y que recrea sin cansancio en cada una de sus obras porque lo femenino la cautiva, siente que al ser su género es lo que conoce y su mejor canal de expresión.
En su taller, entre caballetes, cuadros terminados y otros en proceso, pinceles y tarros de pinturas, con Maná de fondo y su infaltable mate a mano, Mirta se explaya y trasciende. “La composición plástica es como la música en un pentagrama”, ilustra la artista como invitación a visitar su nueva propuesta.
25 años de producción con sello de Santa Cruz
Cordobesa, formada académicamente y ganadora de premios en Argentina, su país, Mirta afirma contundentemente que su carrera la comenzó dos veces, una en su ciudad natal y otra en Santa Cruz, que adoptó como suya hace 25 años.
Fue un desafío comenzar aquí de cero, pero también la reafirmación de que lo que hacía en el arte era lo suyo. Santa Cruz le dio no solo la consagración total como artista reconocida y una de las mejor cotizadas en Bolivia, sino fundamentalmente le dio la intensidad de los colores cálidos que caracterizan a esta urbe plagada de verde, de naranja y de alegría, que ella traduce en cada uno de sus cuadros.
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