Este original stock fue ideado por tres gestoras culturales, Claudia Daza, Clara Berríos y Claudia Pacheco, que decidieron acercar a los escritores y poetas más emblemáticos de Bolivia a los jóvenes con una serie de accesorios en los que está su imagen, o se leen fragmentos de su obra.
Un universo de chucherías
Los accesorios incluyen imanes para adornar los refrigeradores, stickers y tazas que muestran retratos de autores como Óscar Cerruto, René Bascopé o Edmundo Camargo, realizados por el artista Pablo Giovani.
También se hicieron estuches para celulares con frases de los poetas cruceños Óscar Gutiérrez y Claudia Peña, y bolsas para pan con un cuento del escritor Willy Camacho y un poema de Jorge Campero. Destacan unos jarros para tomar té con té con el rostro de Víctor Hugo Viscarra, figura recurrente de la colección.
Otros objetos son los prendedores (pins), que tienen un costo de tres bolivianos, y la señalética para automóviles con frases de la “metafísica popular” de Manuel Monroy Chazarreta, como “con pasado mañana son dos días que no tomo” o “lector a bordo”.
“Como consumidoras y trabajadoras del arte y la cultura, hemos visto una falencia en la difusión de los literatos en nuestra sociedad. En otros países son algo así como una ‘marca’ y nosotros tenemos grandes personalidades y ninguno que esté ‘popeado’, es decir que esté plasmado en accesorios, y que la gente los pueda lucir y usar”, dice Claudia Pacheco.
Un nuevo interés
Pero, ¿cómo lograr que figuras de la talla de René Bascopé, Willy Camacho o Jorge Campero estén más ‘cerca’ de la población? La respuesta fue fabricar productos accesibles, de edición limitada con fragmentos de las obras de los autores para difundirlas y hacer que se despierte o renazca el interés por la lectura, poesía y otras artes.
“El nombre surgió porque al pensar en el proyecto dijimos ‘éstas son chucherías’ que nos gustan guardar y que nos identifican con nuestros escritores favoritos ('). Lo ‘cool’ está relacionado a lo pop, algo que consideramos es un medio para llamar la atención y que recaiga sobre los escritores, que si están vivos necesitan vivir de su arte y si fallecieron merecen ser recordados”, explica Berríos.
Trascender las páginas
Frases tan representativas como “borracho estaba pero me acuerdo”, de Viscarra, o “todo se está”, de Saenz, ahora están plasmadas en poleras. Y el “voy a morir una sola vez y quiero disfrutarlo”, de Óscar Gutiérrez, se puede apreciar en los estuches de celulares.
Las creadoras de la iniciativa decidieron empezar con un ciclo de escritores aprovechando la coyuntura de la Feria del Libro. Sin embargo, la idea no queda ahí, pues ampliarán su producción a músicos, pintores y otras figuras dedicadas a las diferentes expresiones artísticas.
“Nuestra intención es dar un primer paso que sea, de alguna manera, hasta pedagógico para las personas que ni siquiera sabían cómo era el rostro del poeta Edmundo Camargo, por ejemplo. Queremos que se acerquen a los escritores desde un punto de vista más lúdico, de consumo, que tenga otra función. Sacar a los escritores de sus libros y acercarlos a quienes quizá no conocen mucho de ellos y que a través de una frase se interesen por su obra”, explica Claudia Daza.
Y no sólo se trata de quienes conocen a los autores, sino de los que son acérrimos admiradores de ellos, sus vidas, sus avatares, sus pasiones y sólo tienen sus libros en casa, pero que les encantaría poseer algo que los identifique y relacione con ellos en la vida diaria, como pasa en otros países con Frida Kahlo, Jorge Luis Borges o Julio Cortázar.
Entre frases y accesorios
A partir de ayer, las Chucherías Coolturales se encuentran en el stand 34 junto a la editorial Correveidile, donde los visitantes podrán encontrar accesorios a precios que van desde tres hasta 85 bolivianos.
Las sorpresas de las Chucherías Coolturales en la feria irán de la mano de Álex Ayala y un fragmento de su crónica Las mil y una noches -referida a Viscarra-, además de otras piezas del escritor Jesús Urzagasti y de los poetas Mónica Velásquez y Benjamín Chávez, además del cantautor Vadik Barrón en diferentes soportes.
Este proyecto pretende llegar a a convertirse en una guía para ayudar al público a conocer la obra de Saenz y su amor por Llojeta, o aquella amistad entrañable que tenía con Blanca Wiethüchter, autora de la inolvidable La lagarta, pasando a la Musa en jeans descolorido, de Campero, hasta llegar a los Senderos de Urzagasti. En definitiva, abrir un universo hecho de letras que tiene como límite el infinito.
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