A través de esta producción se desea transmitir al público que el desplazamiento físico o interior nos permite descubrir y buscar ansiosamente lo desconocido, es decir transmutar.
El viaje es la metáfora y su importancia ajena a sí misma, se extingue a cada paso, se renueva con cada descubrimiento como un bucle infinito, caleidoscópico, donde todo punto de llegada es el comienzo de un otro viajar infinito.
En este camino el ritmo es importante: nada se detiene hasta trazar una línea que conduzca al centro del mapa. Un mapa que como cualquier otro es falso, que es tan solo una herramienta de la imaginación y el deseo del dibujante, al igual que la poesía que tamiza los recuerdos de una bitácora para construir versiones de la realidad.
El único lado de la historia que importa es de quien escribe, de quien vence a la distancia y a la naturaleza, del viajero que conquista lo ajeno. Y es que todo es cierto cuando está escrito. En una carta el viaje es la metáfora. Y es la verdad.
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