El Museo Nacional de Arte, dependiente de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia, inaugurará hoy la exposición “Memorias de la naturaleza” del escultor sucrense Johnny Quevedo, en las instalaciones del Patio de Cristal (calle Comercio y Socabaya) a partir de las 19.00 horas.
El trabajo artístico de Quevedo se ha caracterizado por el empleo de la madera, material con el que tuvo relación desde su infancia en el taller de ebanistería de su familia.
Este escultor trabaja con maestría tanto la talla como el ensamblaje de la madera, lo que le permite indagar en las posibilidades de la forma sin restricciones, transmitiendo al material una gran carga expresiva.
El manejo de las superficies, en ocasiones, se resuelve con la textura de las herramientas: gubias y formones que dejan tajos cortos, muestran un conjunto de planos que reflejan como los cortes de una piedra preciosa, una diversidad de tonalidades de luz y contrastes, generan ritmos que acentúan el movimiento de los grandes volúmenes y otras, por el ensamblaje de pequeños volúmenes de madera, que construyen la forma y que recuerdan la técnica del Taraceado empleada tradicionalmente en la ebanistería.
El artista también recurre a vaciar los volúmenes generando tensión entre la “epidermis de la forma” y el vacío creado, recurso que lo plantea sobre todo en la escultura de cuerpos femeninos, logrando una forma sugerente que podría ser leída como el vientre maternal. Este espacio mágico que genera la vida, pero también, como la naturaleza vaciada de su poder generador de vida, esta ambigüedad, en todo caso inquietante, enriquece la mirada del público y motiva la reflexión.
Johnny Quevedo se ha dedicado, desde hace más de una década, a la docencia en el Taller de Escultura de la Academia Nacional de Bellas Artes “Hernando Siles”, tiempo en el que ha contribuido de manera importante a la formación de generaciones de jóvenes artistas.
CRÍTICA ARTÍSTICA
Sobre el trabajo del escultor sucrense Johnny Quevedo, el escritor y periodista cultural Mario Ríos Gastelú comentó: “Cuando uno asiste a una exposición de obras de este artista nacido en el atrayente valle de Charcas, se detiene a observar cómo la mente puede trocar la fuerza en delicadeza y cómo se puede dejar la tierra para subir a los cielos y mostrar, también en madera, las imágenes sublimes de una Virgen María, de un santo mártir, de un Dios eterno. Son las mismas manos, el mismo hombre, la misma condición humana y, sin embargo, su arte le lleva a confines soñados, sí, más no siempre realizados en todo ser que camina por la vida”.
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