Los colonizadores españoles y portugueses fueron los arquitectos, no sólo de una nueva sociedad política y religiosa en el continente americano, sino también de aquellos edificios que erigieron las nuevas ciudades. Depositaron en el Nuevo Mundo la herencia de la civilización europea, como el marchamo más representativo de una ideología y una religión caracterizadas entonces por su afán expansionista.
Sin embargo, las potentes civilizaciones precolombinas existentes en América, mayas, aztecas o incas, entre otras, con sus arraigadas creencias religiosas y sus fuertes estructuras sociales, terminaron por encontrar la forma de subsistir, pasando lentamente a tener un papel preponderante, tanto en la construcción de las ciudades como en la política, que culminó con la independencia de sus naciones.
A pesar de un primer período de implantación de los modelos arquitectónicos y estilos de la Península Ibérica, como son el gótico, renacentista, manierismo, barroco o neoclásico, el estilo de América Latina adquirió una dimensión completamente original y nueva, denominada arte colonial.
Juan Alonso de la Sierra, director del Museo de Cádiz (sur de España), habla a EFE sobre la importancia que tuvo la influencia de la colonización española en la arquitectura del Nuevo Continente, pero resalta la gran importancia que también tuvo Portugal.
UN UNIVERSO CULTURAL DISTINTO
Por eso, de la Sierra prefiere utilizar el término de Hispanoamérica, “no sé si el término “influencia” es el adecuado para aplicarlo a la presencia de elementos de la arquitectura y el arte religioso español en América Latina. En primer lugar, creo que tendríamos que hablar de Hispanoamérica, pues el término latino englobaría el área de influencia cultural portuguesa, muy similar, pero con su propia idiosincrasia”.
El largo proceso de infiltración de la cultura y el arte del Viejo Continente se produce, según Alonso de la Sierra, en varias etapas: “centrándonos en la arquitectura, si tenemos como referente las fotografías realizadas por los miembros de la asociación “Herederos de 1812”, desde una perspectiva histórica podemos diferenciar un primer momento de implantación, en absoluto de influencia, ya que para hablar en estos términos tendría que haber actuado o incidido de alguna manera en el arte indígena".
Para el experto, los colonizadores "trataron de imponer su propio universo cultural, su ideología y creencias, que eran con las que se había elaborado el lenguaje artístico propio de la cultura hispana, como parte del arte occidental. Simplificando: otras formas y estéticas carecían de sentido. Para los primeros colonizadores no existía nada en común con las culturas prehispánicas”.
Al decir de especialista, en un principio se produce un acelerado proceso de conversiones a la nueva Fe, lo que significó también "eliminar la dependencia emocional con la situación hasta ese momento presente en la vida de los indígenas. Otro de los aspectos de esta colonización fue la modificación sustancial de las ciudades precolombinas, destruyendo buena parte de su patrimonio artístico".
“No podemos olvidar que el arte ha sido, durante muchos siglos, un vehículo para la propagación de unos principios sociales y culturales en los que ha tenido un gran peso lo ideológico y, por supuesto, lo religioso”, explica Juan Alonso de la Sierra.
LENTO PROCESO DE FUSIÓN
Para el director del Museo de Cádiz esa simbiosis entre el arte procedente de la Península Ibérica y el indígena, se vio enriquecida con las aportaciones, principalmente desde el punto de vista iconográfico y ritual de las culturas precolombinas.
Alonso de la Sierra continúa explicando el proceso histórico: “en un segundo momento se produce el mestizaje. El territorio americano contenía áreas culturales prehispánicas con una tradición muy potente. Además, a pesar del intenso flujo migratorio, de los matrimonios mixtos, por ejemplo, los hispanos fueron minoría y la mano de obra -canteros, artesanos de todo tipo, etc.- fue mayoritariamente indígena. Su formación técnica y estética enlazaba con la tradición prehispánica, y eso se evidenció en el resultado final de las empresas artísticas".
"No podemos olvidar en este interesante proceso de “fusión” -agrega el especialista- la ingente obra de las órdenes religiosas. Su labor fue fundamental en la configuración del arte barroco colonial que, siguiendo los postulados contrarreformistas, trató de acercarse a la sensibilidad popular –tanto en Europa como en América- utilizando una semántica artística que fuera familiar al pueblo, que le ganara, sobre todo, a través de los sentidos. En este contexto tiene gran protagonismo la irrupción de lo local, de lo indígena”.
“El punto de partida de un tercer momento coincide con la llegada y expansión de las ideas ilustradas, del arte academicista que, al igual que en España, relega las manifestaciones de carácter castizo para tornar la mirada a unas formas comunes al mundo occidental, en general”, concluye Alonso de la Sierra.
SEVILLA-CADIZ, ESPEJO DE LA FUSIÓN
A medida que la inserción de los españoles en la sociedad americana aumentaba, también se desarrollaba un intercambio, no sólo comercial, sino cultural, de primer orden.
"Fue en Andalucía, sobre todo en el eje Sevilla-Cádiz, donde se experimenta de forma más contundente y se puede hablar de manifestaciones paralelas, principalmente en planteamientos urbanísticos y en arquitectura", dice el experto.
El director del museo gaditano matiza: “hay empresas que se emprenden a la vez en el mundo ultramarino y en nuestro territorio, en los que predomina una mentalidad común, basada en unos principios políticos, sociales y religiosos similares. Debemos tener presente que hay núcleos urbanos que experimentaron una expansión extraordinaria como consecuencia del comercio, a la vez que se conformaban las principales ciudades americanas".
"Es el caso de Cádiz, que inicia la construcción de su perímetro defensivo a mediados del siglo XVI y cuenta con un rico conjunto arquitectónico barroco. Su puerto consiguió convertirse en cabeza del comercio colonial en el siglo XVIII. Hablar en ella de Veracruz, La Habana, Cartagena de Indias u otras poblaciones americanas, sonaba más cercano que hacer referencia a ciudades del centro o norte de España”, explica de la Sierra.
Arquitectos gaditanos se trasladaron a países como Cuba, México u otros y, a través de éstos, se crearon coincidencias en los esquemas organizativos de la arquitectura doméstica, religiosa y militar, así como en los diseños de los elementos decorativos entre España y el Nuevo Mundo.
Para Alonso de la Sierra, “pasear por Cádiz o las poblaciones de su bahía es tan evocador de lo hispanoamericano como lo es de lo andaluz el pasear por los centros coloniales de algunas ciudades de América, pero también hay una diferencia sustancial: el medio, con sus peculiaridades en uno y otro lado del Atlántico (incide en los materiales utilizados y las soluciones arquitectónicas adoptadas: piedra, ladrillo, cerámica vidriada…, techumbres de madera o abovedadas, elementos decorativos inspirados en la flora local), y la población, sobre todo el componente indígena y mestizo americano con sus propias tradiciones”.
La arquitectura colonial tuvo su espacio temporal y en la actualidad se protege y conserva como parte importante del patrimonio propio de los pueblos hispanoamericanos. Es el testimonio material de una etapa importante de su historia.
“Pero desde comienzos del siglo XIX, con el inicio de los procesos independentistas, las naciones americanas han continuado con su evolución arquitectónica y artística propias, ligadas sustancialmente a lo occidental, en general, mucho menos a lo estrictamente hispano, y conservando unos rasgos propios como elementos esenciales y enriquecedores de su propio patrimonio”, concluye Juan Alonso de la Sierra.
LO HISPANO Y LA FUSIÓN DE CULTURAS
1. Ciudad de Guatemala
El arte ha sido durante muchos siglos un vehículo para la propagación de unos principios sociales y culturales.
2. Guadalajara - México
El territorio americano contenía áreas culturales prehispánicas con una tradición muy potente.
3. Bogotá - Colombia
Arquitectos gaditanos se trasladaron a países como Cuba, México u otros, y a través de éstos se crearon coincidencias en los esquemas organizativos de la arquitectura doméstica, religiosa y militar.
4. San Cristóbal de
las Casas - Chiapas - México
Otro de los aspectos de esta colonización fue la modificación sustancial de las ciudades precolombinas, destruyendo buena parte de su patrimonio artístico.
5. Tumbes - Perú
El director del Museo de Cádiz explica que: “Hay empresas que se emprenden a la vez en el mundo ultramarino y en nuestro territorio, en los que predomina una mentalidad común, basada en principios políticos, sociales y religiosos similares”.
6. Asunción - Paraguay
El largo proceso de infiltración de la cultura y el arte del Antiguo Continente se producen, según Alonso de la Sierra, en varias etapas.
7. Guayaquil - Ecuador
La arquitectura colonial tuvo su espacio temporal. En la actualidad se protege y conserva como parte importante del patrimonio propio de los pueblos hispanoamericanos.
8. Santiago de Chile
A pesar de un primer periodo de implantación de los modelos y estilos de la península, como son el gótico, renacimiento, manierismo, barroco y neoclasicismo, el estilo arquitectónico de América Latina adquirió una dimensión completamente original y nueva, denominada como Arte Colonial.
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