Por otra parte, en opinión de Campos, la Bienal Siart genera redes, alianzas y proyectos comunes, no sólo entre artistas sino también entre gestores culturales. Se ha logrado un escenario de encuentro entre artistas extranjeros y bolivianos que han podido compartir experiencias y diálogos. A momento de analizar las debilidades del Siart la directora señala que hay más de un problema al ingresar las obras de arte de manera temporal, ya que instituciones como la Aduana y agencias aduaneras quizá no consideran importantes las actividades que propone una Bienal de Arte, y ponen ciertas trabas en lo referido a los trámites que deben realizarse. Con relación a la anterior Bienal, la directora considera que hubo diferencias positivas, como la inclusión de nuevas actividades y el incremento de acciones de capacitación. También hubo mayor interés de las instituciones culturales para participar de esta versión, no sólo en los espacios expositivos, sino en otros solicitados por instituciones de danza, teatro, etc. Por otra parte el número de visitantes se ha incrementado considerablemente en comparación a la anterior bienal. Se ha generado un circuito cultural completo que tuvo comienzo en el Museo de El Alto pasando por los espacios culturales del centro de la ciudad, concluyendo en la zona Sur. También se logró una mayor participación de los jóvenes y estudiantes a través de los centros educativos. Uno de los factores más negativos fue que se haya censurado la obra de la peruana Cecilia Podestá, La Virgen de Legrado en el catálogo del evento.
El hecho es que tras un mes de exhibiciones, performances y demás manifestaciones de arte contemporáneo, el saldo es positivo ya que La Paz se va consolidando como una ciudad importante en el circuito artístico de Sudamérica. Se contó con la participación de un total de 19 naciones.
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