Se denomina grafiti a varias formas de inscripción o pintura sobre mobiliario urbano, con diferentes fines. También se llama grafiti a las inscripciones que han quedado en paredes desde los tiempos del Imperio romano. Siempre en torno al grafiti, hubo el círculo vicioso de si es arte o más bien ronda la ilegalidad. Por su carácter transgresor, extralimitado y contestatario se podría considerar ilegal pero como Leandri afirmaba “El grafiti es el grado cero de violencia, el más pequeño vandalismo posible”. Vandalismo puede considerarse ya que en el 90% de los casos el dueño del inmueble no da su consentimiento para la elaboración del grafiti. En contrapartida tenemos el ineludible aspecto artístico de este fenómeno urbano (como en todo, hay excepciones) ya que existen verdaderas obras de arte plasmadas a lo largo de nuestra ciudad. Si bien hay espacios destinados justamente para grafitear, el artista del grafiti por su misma ideología buscará un espacio no tan convencional para su arte. Además, el contenido social del grafiti es comparado con el canto de los pájaros por parte del escritor francés Bando, el cual sostiene que no por el hecho de no entender algo no significa que no nos pueda parecer totalmente hermoso. La finalidad del grafiti es a la larga la que juzgará al mismo si roza la legalidad o el vandalismo. Por ejemplo, en nuestra ciudad abundan los grafitis con contenido político, ya sea promocionando a un nuevo o viejísimo candidato, ya que nunca son limpiadas las paredes después de cada campaña política para elecciones. Este tipo de grafiti en ese sentido, es vandalismo anacrónico.
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