A los ojos de los moradores actuales de los sitios, que forman parte de la cotidianidad desde hace varios años, el museo atraviesa la pena de contar con un público tarijeño demasiado reducido, si bien existe un público cautivo que asiste a observar las reliquias, este es mínimo y está conformado por turistas.
CREACIÓN
El convento de Tarija nació el 18 de mayo de 1606 como ermita con la denominación de Santa María de los Ángeles, que traducía la soledad silvícola y la pobreza de la primera morada de San Francisco de Asís y sus compañeros.
La creación del Colegio de Propaganda Fide (1755), con prioritarios objetivos misionales que comprometían un gran número de frailes y la persistencia en la labor iniciada, necesitó de amplias estructuras arquitectónicas y de una variedad de actividades internas: templo, residencia de los hermanos, biblioteca, archivo y oficinas de artesanías. Ligados a la vida común litúrgica y a la acción catequética, necesitaron no sólo de la comunicación lingüística sino también de la artística-pictórica, definida como la “Biblia de los pobres”. También en el interior de sus muros necesitaban visualizar valores que fueran “recuerdo” de los compromisos asumidos: trabajo, devoción, acción litúrgica y predicaciones implicaban la trascripción de “hechos y relatos de la salvación”.
MISIÓN DE TARAIRÍ
Entre los muros se vislumbra un cuadro característico de la misión Tarairí (1854) y junto a él un crucifijo que salió intacto cuando, durante la Guerra del Chaco, cayó justamente una bomba y destruyó la iglesia que lo cobijaba.
PINACOTECA COLONIAL
Ubicada en la parte alta, en la Sala 6, anteriormente la “enfermería”, se presenta una sucesión de pinturas y esculturas. El Viceministerio de Cultura ha catalogado a todos los cuadros como de autores anónimos por no encontrarse en ellos la firma del autor.
El anonimato del autor puede justificarse en razón de ser cuadros devocionales o en la costumbre del convento Franciscano de no firmar documentos, por ser indicación de propiedad y de mercadeo. En algunas situaciones se prefigura la persona donante, no en su generosidad sino en hábitos penitenciales y en actitudes de pedir oraciones.
Así el cuadro del Encuentro de Santo Domingo y San Francisco (Sala 10, escuela cusqueña, siglo XVIII), dice: “a devoción del Padre Vicente Sabañer” y año “1782” sin indicación de autor.
PINACOTECA DE ARTE RELIGIOSO MODERNO
No está en relación directa con la pinacoteca colonial. La distancia es la concepción del arte sacro, donde se vive el misterio de la “memoria” litúrgica o de la oración personal, por lo cual el arte es poesía interior que se conecta con la figura estética. Se insiste sobre todo en un universo religioso por ser dinámica de deseos, que conectan y proyectan un futuro más allá de un concepto de sólo vida o sólo muerte. Lo “sacral” más que búsqueda es contemplación y menos ilustración de misterio.
Los autores son artistas de dos diferentes latitudes: la de Florencia y la de Bolivia. La dimensión estética en los primeros es simple en su lógica simbólica y puntual en la imagen, mientras que en los segundos los colores son itinerarios de escritura secuencial como conexión última entre “sentir” y “decir”.
Los pasillos que distinguen con el arte, guían hacia las bibliotecas más ricas a nivel no solo departamental sino también nacional y suramericano.
IMPRENTA
Creada en 1896, la imprenta tenía dos funciones básicas: la propagación de la fe, que se hacíacon las publicaciones de catecismo, de órganos destinados a favorecer y defender la fe católica, en momentos de una política liberal a inicios del año 1900, cuando el Estado toma atención a las misiones, sobre todo de San Francisco Solano y San Antonio, con el afán de securalizarlas y así fundar Villa Montes.
Pasaban por momentos difíciles donde a través de la prensa escrita se defendía el propósito misional de los padres Franciscanos, una función apologética.
La imprenta de 1910 fue traída por el padre Carlo Picardo, fuente de fabricación Alemana, la que estuvo en uso en el convento hasta hace 20 años o 30 años atrás.
BIBLIOTECAS
Parte de la documentación lingüística (diccionarios, devocionarios), como acción religiosa y más, como espacio de solidaridad de los misioneros Franciscanos con los pueblos originarios del Chaco. Se remarca el hecho que esa documentación ha surgido siempre como factor de “defensa” contra las autoridades coloniales y republicanas que querían avasallar la unidad de la “nación” chiriguana (guaraní). Se sabe que la actividad misionera mantuvo dos vertientes de acción lingüística: la capacidad de comunicación con el universo estatal y la identidad cultural en sí; una “lengua de uso” y una “lengua de unidad étnica”. La primera, para anular el aislamiento del contexto más grande, y la segunda, como unidad de los pueblos originarios.
TOTIUS CONVENTI:
MÁXIMA OFICINA
El padre Mingo de la Concepción fue el primer bibliotecario y archivero. Él estaba entre los fundadores del Colegio de Propaganda Fide en 1755, por tanto, es quien organizó los papeles y documentos que se acumularon desde 1755 a 1807. Con éstos, escribió la primera crónica, que los censores del Colegio no aprobaron “por descuidos lingüísticos y por las fábulas”. Por “fábulas”, se entendían los aspectos antropológicos de la nación guaraní y las reacciones a los primeros contactos misionales, que no llevaron a ningún éxito. Se le prefirió la redacción de las vicisitudes franciscanas, relatadas según el espíritu del P. Antonio Comajuncosa en contra de la ideología secularizante de la reforma borbónica. El título del texto era: “Manifiesto...”. Se trataba de una versión sobre todo histórica y económica, si bien fundamentada en la del P Manuel Mingo de la Concepción (Mingo M., Historia de las misiones franciscanas de Tarija entre chiriguanos, Ed. Bernardino del Pace, Tarija, 1996; Comajuncosa A., Manifiesto histórico, geográfico, topográfico, Apostólico y político..., Ed. Gerardo Maldini, Tarija 1993).
La necesidad primera fue la construcción del Colegio, que duró desde 1756 a 1793 con capacidad de cobijar a 25 religiosos estables y los hermanos de las reducciones (que volvían para los capítulos o por enfermedad); más o menos 50 frailes, en una extensión de casi cuatro cuadras, que incluían la ampliación del templo, 3 claustros, una huerta, talleres, enfermería y una escuela. Los nuevos ambientes de la biblioteca, procura y enfermería se terminaron en el año de 1783.
LA BIBLIOTECA
La biblioteca de 1879 dispone de varios inventarios. El del P. Alejandro Corrado de 1879 marca el punto culminante de la Biblioteca de Tarija en sus aspectos que se puede definir tradicional-conventual. Él informa no sólo una secuencia de libros, sino la distribución temática de los mismos. Anota 4.788 libros, 2.277 duplicados y 254 al servicio de la comunidad. Se puede aclarar que los duplicados estaban en la circularidad de los padres misioneros. El total es de 7.319.
Bibliotecas, 1984 y 1987. En 1984, el P. Tito Collalunga vino desde Salta para elaborar un nuevo catálogo de la biblioteca antigua. La definen así porque con los años, los ambientes de la misma se mostraron insuficientes y los libros se distribuyeron en varias salas. En 1980, el P. Gerardo Maldini los reunión en la Biblioteca nueva, organizada en el salón del ex seminario. Así, los datos del P. Tito Collalunga se refieren tan sólo a la biblioteca, que definimos antigua; a éstos, en 1987, se agregó la catalogación de la Biblioteca nueva del P. Benito Zini, que anotó 17.655 libro hasta 1978.
La Biblioteca del Centro Eclesial de Documentación (CED) ha sido formada desde 1973 por el P. Lorenzo Calzavarini. Por su actividad de catedrático en la Universidad Mayo San Simón de Cochabamba e intereses antropológicos sobre situaciones bolivianas, reunió una amplia base de documentación. A ésta se le unieron las donaciones de la biblioteca del Dr. Rafael Ugarte (sobre todo folletería y libros de Derecho, desde1850 a 1930), del Dr. Eduardo Salinas (Diccionario enciclopédico Hispano-Latinoamericano, tomos 28, Barcelona, 1918). Otra donación, de parte de Misión Central (Padres franciscanos de Alemania) fue la Enciclopedia Universal Ilustrada, Editores Espasa Calpe, Madrid, 1979, las Obras completas de Humberto Vázquez Machicado y José Vásquez Machicado y Catálogos completos de Gabriel René Moreno, de parte de la Fundación Humberto Vázquez Machicado, llegando a contabilizar un total de 32.765 documentos en 1999
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