De ahí en más, la tarea es la misma: dibujar, componer, con-seguir texturas y colorear, pero con los dedos sobre una panta-lla en lugar de los pinceles y las espátulas sobre un lienzo. Un pintor diestro y sensible como Sandi será capaz de conseguir el más auténtico arte a través de este novedoso recurso tecnoló-gico.
Con la técnica del grabado en giclee, así como con otras más tradicionales como el óleo, el acrílico y el pastel sobre lienzo, Sandi muestra una obra figurati-va que se expresa con escenas del acervo folclórico altiplánico tomando de él sus texturas telares y su colorido intenso, contrastante y vital. La fiesta taurina, la diablada, el tinku o el episodio casual, motivan la composición.
El perfil de los rostros, discreta-mente ocultos y difuminados, evade la atención principal para dejar el protagonismo a los ropajes y al paisaje que con esas mismas texturas y colores se advierte en el fondo, confundido con la figura, como si se quisiera exaltar una indestructible fusión del ser con su entorno.
El desnudo femenino, sensual a veces, maternal o místico otras, está representado por una visión poética inserta entre conceptos abstractos de formas geométricas unas veces, y otras simplemente está; etéreo, sin pecado concebi-do, con enormes dosis de natura-lidad, como elementos de gran belleza estética y profunda tras-cendencia espiritual. Las figuras femeninas se contemplan a sí mismas en un apacible éxtasis. Se repite acá la tendencia a dirigir la mirada de las damas retratadas o ideadas, hacia la discreción de un lateral, para convertirse entonces en objetos inalcanzables del deseo.
Jean Carlo Sandi reside en República Dominicana. Ha ex-puesto en todo Bolivia y varios países de América y Europa, donde su obra está contenida en colecciones públicas y privadas.
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