“Nota era un proyecto que iba a durar 10 años, pero que se prolongó dos más”, indica Norah Claros, propietaria de la galería, a tiempo de desmentir los rumores que hacían alusión a una supuesta quiebra. “Nota fue un espacio construido como un regalo para la ciudad, cuyo fin no era el lucro, sino la promoción de arte y de artistas”, explica la galerista. Pero, si bien el cierre de Nota no es buena noticia para los artistas, una nueva galería se inaugurará en dos semanas. Altamira se llamará el nuevo espacio cultural, que nace con el aporte financiero de varios socios, entre ellos, Silvio Mignano, exembajador de Italia en Bolivia, y Ariel Mustafá, director editorial de Gente Común.
Mustafá indica que la iniciativa de abrir Altamira surge porque, “en principio, faltan espacios formales para exponer el arte, para trabajar con lo que realizan tantos pintores. Tenemos una riquísima tradición en pintura, pero no muchos lugares donde exponerla”. El gestor considera que es necesario que La Paz cuente con más galerías, ya que, “en otros lugares del mundo, el número de galerías de un barrio es el que hay en toda La Paz”. El fin de esta galería es ser un espacio de promoción de gente nueva, pero “sin descuidar a los grandes maestros que están ya consagrados y en proceso de trabajo permanente”.
Desde mediados de los años 90, la zona Sur ha ido concentrando las iniciativas privadas para la difusión de las artes plásticas y visuales. Esto puede deberse, según deduce Carlos Luzio, director de 3S Arte, “a que el centro ya está copado por galerías administradas por instituciones estatales; un poco para diversificar el ambiente cultural en la ciudad, muchos han decidido abrir galerías en el sur”. Luzio dirige la que funciona desde abril del 2003 en Achumani, espacio que combina sus actividades con talleres para toda edad.
Pero, ¿cómo se financia una galería de arte? Según los entrevistados, hay dos fuentes principales de ingresos: el alquiler que se cobra a los expositores y las comisiones sobre la venta de obras. “Además, nosotros damos clases de dibujo, pintura y música”, explica Luzio, quien también indica que algunas galerías cuentan con apoyo económico de empresas.
La directora de la galería y centro de arte Alternativa, Claudia H. de Sánchez, coincide con lo expresado por su colega y añade que “nuestro espacio también ha sido utilizado para presentaciones de libros y conciertos de jazz”. Entonces, queda claro que las galerías buscan medios para subsistir y, al parecer, lo hacen con éxito. Así se explica que, por ejemplo, Alternativa ya tenga 14 años de existencia, cinco en San Miguel, y se abran nuevos espacios.
Mustafá indica que los dueños de galerías no son mecenas, “no tenemos tiempo, no tenemos plata ni ganas de serlo.
Entendemos, desde el proceso de creación de la galería, que un emprendimiento relacionado con el arte no tiene que estar reñido con el tema comercial, con el dinero”. Según el propietario de Altamira, se cree que los artistas y gestores “almuerzan arte, cenan cultura y se acuestan con hambre. No tiene que ser esa la idea”.
Pero tampoco se trata sólo de exhibir obras, manifiesta Carlos Ostermann, quien dirigió la galería Taipinquiri —la primera de la zona Sur— durante casi 20 años, pues otra función importante de estos espacios “debería ser la promoción del arte, sin restarle valor a la difusión y venta de obras”.
Ostermann indica que hubo problemas financieros que determinaron el cierre de Taipinquiri, pero otro factor fue “que el país ha entrado en una especie de crisis en términos de trabajo artístico”. En todo caso, la experiencia de Taipinquiri la aprovecha Arte 21, galería de la calle Pankara, en San Miguel.
Con ganancia o sin ella, las galerías privadas en el sur pugnan por existir y difundir arte.
La primera
Taipinquiri
Esta galería fue la primera de la zona Sur y no se limitó a la exhibición, sino que promovió el arte.
Se despide
Galería Nota
Este espacio de arte dejará de funcionar definitivamente a mediados de agosto del 2011.
La última
Altamira
Es el nombre de la galería de arte y diseño que se inaugurará en el barrio de San Miguel dentro de dos semanas.
Los artistas discrepan sobre las galerías
El artista plástico Diego Morales considera que las galerías privadas sólo tienen el fin de lucrar. “Cobran casi mil dólares por el alquiler y además hay que pagar 20% por los cuadros vendidos”, afirma. “Generalmente yo no expongo en estas galerías comerciales, sino en el Museo Nacional de Arte, donde te ponen en los catálogos y no tienes que pagar nada, incluso te pasan una ronda de vino”, añade.
Gastón Ugalde, por su parte, indica que “hay un mal criterio al pensar que las galerías privadas lucran con el trabajo del artista. Ninguna galería, ni privada ni pública, auspicia el arte. En Europa, Asia o Norteamérica usualmente cobran 60% de comisión y queda 40% para el artista, pero con ese porcentaje la galería invierte en mercadeo, publicidad, críticos...”. Aquí, el 20% de comisión apenas cubre facturas de luz y teléfono, concluye Ugalde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario