Sin duda se trata de Don Quijote de la Mancha cuyos recuerdos e imagen fueron extraídos por Benito Huarachi.
La exposición inició en la Casa de la Cultura el pasado lunes 6 de junio, estuvo revestida de personalidades de las artes y letras tarijeñas, asimismo se dio cita gran cantidad de público. En la oportunidad el cantautor René Rengifo, conocido como el “Chapaco Alzao”, deleitó a los presentes con el carnavalito “Boico”.
La muestra de arte que ha vertido a Don Quijote en los lienzos continúa; allí concurre el pasado con visión de presente. Es reconfortante admirar las obras de Huarachi, trabajos que forman parte del patrimonio artístico de la humanidad.
Los Quijotes, es un tema que el pintor maneja muy bien, se adentra en el caballero de la triste figura y lo ubica en su época o lo transporta a la patria a donde pertenece, la imaginación e irrealidad la conjuga con la belleza.
Probablemente, desde que saliera la primera parte de las Aventuras del ingenioso Hidalgo en 1.605 y, diez años después la segunda parte, este singular personaje ha sido dibujado, pintado, tallado, cincelado, cantado, y siempre fue un imán de la buena suerte, dio la gloria a muchos de sus mentores.
De la misma forma Benito Huarachi, se destaca en el último quinquenio por sus relevantes representaciones del Quijote y Sancho Panza, su fiel escudero. Pero, la proyección del pintor viene de muy atrás, cada una de sus exposiciones es una reafirmación de su fortaleza interior y de su capacidad creadora.
En su amplia carrera de pintor, se vinculó con destacados escritores, tiene en su haber un sinnúmero de tapas de libros e ilustraciones de textos y revistas. El año 2010, fue distinguido públicamente con la “Medalla de Oro del Bicentenario” por su pintura alusiva al antiguo Cabildo de Tarija; concepción artística que fue ponderada y puesta como ícono en las gigantografías, boletines, trípticos y spots publicitarios del bicentenario.
El pintor
Benito Huarachi García, nació en Potosí el 3 de abril de 1959, sus padres son Martín Huarachi y Victoria García, es el segundo de ocho hermanos, realizó sus primeros estudios en la Escuela “Juana Azurduy de Padilla” de Quechisla y los secundarios en el Colegio Industrial “José Manuel Ayllón” de Telamayu, una vez que se traslada con sus padres a la ciudad de Tarija, ingresa a la Escuela Municipal de Artes, donde egresa con distinciones. Casado con doña Clara Paniagua, de cuya unión son Richard, Elvia, Benjamín y Clara Liz.
Desde muy temprana edad, había visto una y otra vez a su padre dibujar en cuanta cartulina o papel tenía a mano; dibujos a lápiz o tinta china, una vez terminados, Martín (su padre) los enmarcaba de la mejor forma posible y los pegaba en las paredes de la casa. Este fue el primer impacto artístico de Benito Huarachi, luego en la escuela y el colegio, hizo lo propio, ilustraba sus cuadernos con esmero y arte.
Durante sus estudios en la Escuela de Arte, se embarcó en la copia de “El Rapto de los hijos de Leucipo” de Rubens, luego haría otras réplicas hasta encontrar su propia identidad, escogió la acuarela y trabajó bastante en ella hasta perfeccionar la técnica. No es sencillo referirse a sus exposiciones individuales y colectivas, numerosas tanto en la ciudad como en las capitales de Bolivia. Asimismo, muchas de sus obras se encuentras editadas en revistas y tarjetas postales. Ahora se encuentra entre los más destacados plásticos del sur de Bolivia, Benito Huarachi es parte del terceto de acuarelas, donde ocupa un sitial importante junto a los artistas Rubén Vaca y Willy Loza; comparte méritos con artistas contemporáneos como René Subelza Delgado, Carlos Alberto Zenteno, Cimar Aguirre; cada uno de ellos con su estilo e identidad propia.
La obra pictórica de Benito Huarachi, es sin duda, fruto de su consagración al arte y la enseñanza; la acuarela es una musa encantada, que bajo el embrujo del pincel de Huarachi se extiende, se expande, se contiene y brilla, a veces, se oculta de la luz para enriquecer la transparencia. La pintura es un pretexto para capturar la historia arquitectónica del pueblo chapaco, el hombre es un elemento antropológico que puede ser leído a través del tiempo. Los sueños, como la vida misma, se añejan en la gama del gris azulado o del magenta, y no es una aspiración, es el alma del artista. Las pinturas de Benito Huarachi se desplazan en tonos, como la cadencia de la danza, busca el color y magia, combinando con el claroscuro. Algunas de sus obras, son fruto de sus desvelados sueños.
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