Una de las protagonistas de la escenificación, Biafra Saavedra, relató que el argumento responde a la pregunta si los niños que viven en la cárcel son culpables como fueron acusados sus progenitores, algunos sin haber cometido delito.
"En alguna circunstancia, el cruel destino marca la vida de algunos niños inocentes de culpa, pero que la cargan cuando tienen que vivir al lado de sus padres en la cárcel, sean éstos inocentes o culpables", explicó.
Dijo que la producción relata la historia de Justina Burgos Santiváñez, una niña de 9 años de edad, quien sufre esa desventura, no por culpa de su padre, sino de la corrupción.
"Su padre, un humilde y honrado zapatero, amigo del barrio donde ellos viven, fue acusado sin pruebas de ser un comercializador de cocaína", indicó.
Siendo inocente, el padre es víctima de una trampa tendida por un alto funcionario del Estado, quien por eludir responsabilidades ante las autoridades, quienes le siguen los pasos por el delito de tráfico de drogas, decide inculpar con argucias malsanas al humilde zapatero por esta acción delictiva, agregó.
Señaló que su hija Justina queda sola, busca ayuda en su madrina, supuestamente la benefactora en su futuro, pero no, no es así, una vez que la esclaviza, hasta la niña decide ir a vivir a la cárcel junto a su padre, donde encuentra a otros niños con la misma suerte.
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