La antigua parroquia del Apóstol Santiago está situada en la plaza principal de Achocalla, aledaña a la sede de Gobierno, entre las ciudades de La Paz y El Alto. Es una capilla que tiene posiblemente más de cuatro siglos y que, como iglesia, guardaba un importante patrimonio de cuadros, esculturas y retablos.
Desde fines del siglo pasado, la pequeña parroquia fue mermando este patrimonio debido a sucesivos robos; sin embargo, se conservaban dos enormes cuadros procesionales de los carros triunfales, uno de la apología de la Virgen María y el otro de la Eucaristía.
Su autor, Leonardo Flores, es probablemente el artista más destacado del Collao durante el siglo XVII. Es posible que trabajara en Achocalla entre 1684 y 1690. Se trata de dos cuadros de excepcionales dimensiones (5,90 x 3 metros) y de complejas composiciones iconográficas en las que intervienen un sin número de personajes, respondiendo a las composiciones de antiguos temas de los carros triunfales, que eran atributos de las divinidades en sus viajes simbólico-míticos. En ellos, los teólogos, santos y ángeles jalan y empujan al carro. Este tema fue muy usado en las celebraciones públicas de las fiestas procesionales, como la de Corpus Christi.
Leonardo Flores
Antes de pintar estos cuadros, Flores trabajó para la iglesia de San Francisco de la ciudad La Paz, y también en los pueblos aledaños como Cohoni, Kollana, Italaque, Ilabaya, Puerto Acosta y otras pequeñas iglesias de la región del altiplano y orillas del lago Titicaca.
Flores se caracteriza por pintar en formatos mayores temas que no fueron los más comunes durante la evangelización, y de acuerdo con los investigadores José de Mesa y Teresa Gisbert, Flores es precursor del tema de los carros triunfales en el Alto Perú. Sin embargo, además de esta temática, e inspirado en grabados flamencos, representa también tópicos aislados, como La Parábola del pobre Lázaro y el rico Epulón o la Mujer del Apocalipsis, y series sobre el Antiguo Testamento -como es el caso de la serie de la vida del Rey David en Cohoni-.
Su técnica y estilo son fácilmente reconocibles; figuras alargadas y en movimiento, con paños que flotan acompañados de detalles de finas telas y brocatos. Sus series atrapan siempre la atención, tanto por los temas escogidos como por su peculiar manera de componerlos.
En el caso de los cuadros de los Carros Triunfales de la Eucaristía y de María Inmaculada de Achocalla fue un modelo importante, para la obra de Flores, la serie de ocho textiles de Pedro Pablo Rubens para el Convento de las Descalzas Reales de Madrid del año 1651. No conocemos cómo llegaron a manos de Flores los bocetos o grabados o estampas de estas obras, para que pasados 30 años, Leonardo Flores los repitiera, en composición, en la parroquia de Achocalla.
La composición de los cuadros tiene como elementos principales a los carros que portan a las órdenes religiosas, a doctores y santos mártires de la religión católica. La parte superior de cada uno de estos dos cuadros está reservada para destacar la imagen de María y de la eucaristía, y los carros son tirados por cuatro ángeles y por santos. Los carros, a su vez, aplastan a retorcidos monstruos de enormes cabezas -representando el triunfo de la Iglesia sobre el mal, el infierno, lo vicios y la herejía.
La conservación y restauración de las obras
Los dos cuadros fueron restaurados hace más de 20 años en el Centro Nacional de Conservación y Restauración del ex Viceministerio de Cultura. El proceso fue acompañado por las organizaciones sociales del consejo de Mallkus, quienes celosamente controlaron el trabajo que se realizaba en el centro de restauración. Se contó con el apoyo financiero de un proyecto del entonces Fondo Social de Emergencia. Terminada la etapa de conservación y restauración, se implementó el trabajo instalando un equipo de alarma en la iglesia para su resguardo. En el mismo proyecto, también se cambió la cubierta de la iglesia.
Por su parte, el Centro Nacional de Conservación y Restauración adaptó y generó espacios especiales para poder realizar los trabajos que implicaban la restauración y la conservación, debido a las extraordinarias dimensiones de los cuadros, e hizo la toma de muestras y su estudio físico y químico, la documentación fotográfica y de radiografías, la consolidación del lienzo, la base de preparación y la capa pictórica. Fue un importante esfuerzo de gestión técnica y económica del Estado.
El atentado y robo de los cuadros
A fines de 2013, los monumentales cuadros fueron cortados, y sustraídas partes de estos, escogiendo las composiciones de los grupos de arcángeles y ángeles más destacados. Los ladrones cortaron de manera exacta y con medidas en ambos cuadros. De acuerdo a la información proporcionada en la sacristía; en 2013 se bajaron los cuadros de los muros para pintar la nave de la iglesia. Los traficantes aprovecharon la oportunidad para cortar la alarma y cortar los cuadros. ¿Es esta una teoría creíble?
Es difícil imaginar que una persona en uso de sus facultades sea capaz de clavar una navaja en el lienzo del siglo XVII -siguiendo alguna instrucción precisa-, cortarlo para sacar a todos los arcángeles y ángeles; luego, sacar del mismo modo, del otro extremo del lienzo, las figuras del Rey David y de Santiago Apóstol -muy preciados todos ellos en el mercado negro de arte-, y después, hacer exactamente lo mismo con el otro lienzo.
Es preciso señalar que cada uno de los cortes tiene una significación iconográfica en sí misma; lo que se ha perdido en los lienzos, en cambio, es la posibilidad de la lectura fundamental del significado simbólico de los carros triunfales.
Denuncia y acciones para recuperar las obras
De acuerdo a la circular de la Aduana Nacional No. 258/2013, el 21 de noviembre de 2013, Gerardo Calisaya, catequista de la parroquia, denunció la destrucción de los cuadros ante la fuerza Especial de Lucha contra el Crimen de la ciudad de El Alto.
A su vez, el Viceministerio de Interculturalidad envió un detalle con fotografías y las medidas de los cortes a la Aduana Nacional, la que, a su turno, difundió la información a Aduanas de otros países. El manejo patrimonial de estos cuadros ha terminado; hoy la marquetería está abandonada en la puerta de la iglesia, hablamos de marcos tallados en madera, dorados con láminas de oro, de siete por cuatro metros.
En lo que se refiere al robo, las instituciones cumplieron con sus tareas protocolares y, desde ese momento, no se hizo ningún esfuerzo por recuperar las obras.
El patrimonio cultural es la memoria de una larga construcción de valores que la comunidad les confiere a los objetos -en el caso que nos ocupa, a objetos tangibles- en diferentes momentos de su historia. El patrimonio no es el objeto en sí mismo, sino la representación subjetiva que tiene para la comunidad. En él juegan valores religiosos, identitarios e históricos. Son las comunidades poseedoras del patrimonio las que definen su valor de pertenencia. ¿Es posible decir con certeza que la comunidad de Achocalla les confiere valor a estos cuadros, a la capilla, a las esculturas y retablos?, ¿son los cuadros cortados objeto de representación para la comunidad?
Es importante que los lectores consideren que esto ocurrió-ocurre en Achocalla, y también pasa lo mismo en el sitio arqueológico de Tiwanaku, en el centro histórico y Cerro de Potosí; ocurrió y ocurre con el patrimonio industrial de Oruro, y en el centro de La Paz, con la abusiva demolición de inmuebles, o el continuo tráfico de textiles etnográficos. ¿Continuará esta permisividad?, ¿se harán acciones para proteger las manifestaciones más destacadas de nuestra identidad?
(*) Es investigadora y restauradora.
Más apuntes
Manejo El término manejo (cf. plan de manejo), en relación al patrimonio, es estrictamente técnico; alude al conjunto de acciones que se realizan para que éste transite por futuras generaciones –acciones que se inician en la investigación, la catalogación, la conservación, la restauración y, posteriormente, la promoción para darlo a conocer más allá de su propio contexto–. El patrimonio, en este marco, es de todos los bolivianos / todas las bolivianas; está catalogado y normado; la norma define su manejo y su preservación para formar parte del legado cultural que heredarán nuestros hijos.
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