miércoles, 2 de enero de 2019

La cosecha musical del 2018



Al parecer, el quehacer cultural en Bolivia va sumándose en difusión y nuevas propuestas. Pues los públicos para diversos estilos géneros y disciplinas artísticas, se hallan siempre con adeptos, cosa positiva para todxs nosotrxs que apostamos los días viviendo solo del arte y docencia en varios casos. Sin embargo, siempre surge la pregunta: ¿Será fácil producir música en Bolivia? Tal vez la pregunta se responda sola, haciendo un recuento de todo lo que nació y se difundió en esta gestión 2018.

Empezaré por el estilo y generación que me incumbe: la música experimental y poética. Vadik Barrón, compositor de canciones y poeta, gana el primer lugar en el concurso de literatura Franz Tamayo, con su poemario Espasmo. Canela Palacios, compositora de música contemporánea y cofundadora de Casa Taller y Dúo Abrelata, gana el II Concurso de Composición del VII Encuentro de Música Nueva, cuyo premio es una residencia de un mes en Alemania, en la Escuela Superior de Música. Zelma Vargas, compositora de canciones populares contemporáneas, lanza Z meets Ruso, disco de música electroacústica experimental con poesías de Jesús Urzagasti y propias, junto a Daniel Luzhetskiy, (músico ruso boliviano). Además está el EP Vaisakha, disco de música improvisatoria y electrónica junto a Paul Jove (Pituko) DJ que este año, se pasó haciendo bailar a la gente no solo en La Paz y Santa Cruz, sino en otros continentes. Dentro del mismo género podemos renombrar la actividad de Ra Beat, Zamora y The Challenger, (Cochabamba), agrupaciones que dentro de su género se permiten explorar las sonoridades y texturas diversas que pueden otorgar los sintetizadores. En tanto, en Cochabamba, el artista plástico y compositor de canciones y música experimental sucrense José Carlos Auza, inaugura la exposición La sed que, en el Centro Simón I. Patiño; además de presentar su nueva propuesta: Dúo Gonzales, en el Martadero (Cochabamba) junto al guitarrista Marcelo Gonzales, guitarrista y compositor que a su vez forma otro dúo de guitarras junto a su hermano, Anky Gonzales, quienes interpretan música latinoamericana con un nivel técnico superior y organizan encuentros trimestrales de cancionistas, no solo de trova, sino de canción latinoamericana y canción contemporánea. Y apropósito de encuentros, Óscar García, compositor y productor de Proaudio, después de 12 años vuelve a gestionar una serie de conciertos dentro del Festival Boliviano de Música Contemporánea: Interpelaciones, en donde participaron: La Orquesta Rodolfo Laruta de Juan Palacios, Julia Peredo, Bernarda Villagómez, Ensamble 48 y el Árbol Difunto; música electroacústica de Jocelyn Barrios, Gastón Arce y Óscar García.

Y saltando de género, quizás estilístico, pero no menos provocativo y exploratorio que el contemporáneo, nos vamos con las Mentes Ociosas, grupo experimental de música y comedia sátira, que este año presentó más de tres comedias en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, donde apreciamos un punto crítico de nuestro medio, dicho en son de chiste, pero hondo criterio. Por otro lado, Efecto Mandarina celebró sus 10 años de producción jazzística con una gira por Tarija, Oruro, Santa Cruz, Sucre, Potosí, además de Argentina.

¿Y qué hay del género clásico culto? Weimar Arancibia, flamante director musical de nuestra Orquesta Sinfónica Nacional, presenta todas las Sinfonías de Beethoven, estrena la segunda Sinfonía de Alberto Villalpando, además presenta junto al Ensamble de Moxos, dirigido por Raquel Maldonado, un par de piezas de repertorio universal, música del archivo moxeño y obras tradicionales. Raquel Maldonado, organista, clavecinista y directora del Ensamble de Moxos, realiza una gira por ocho países en Europa: España, Francia, Luxemburgo, Bélgica, Alemania, Polonia, Suiza e Italia además de Marruecos. En tanto en Cochabamba se lleva a cabo el Festival de Música Contemporánea anual, organizada por el compositor reconocido de música contemporánea Alberto Villalpando. Por otro lado, la Sociedad Coral Boliviana adquiere un nuevo y brillante director, como Mateo Barrientos. Cabe recalcar en este acápite la persistente presencia de Coral Nova y su director Ramiro Soriano, quien también se encarga de la orquesta del Conservatorio Plurinacional de Música. Y no podemos olvidar el sinfín de musicales a cargo de los jóvenes y espectaculares cantantes: Aldo Paz, Sofía Ayala, Susana y Daniela Rengel.

Concluyendo y respondiendo la pregunta del inicio: ¿Será fácil producir música en Bolivia? Como parte del rubro, puedo decir que no, que no es fácil, que hay que tener mucha entrega, pasión y amor por la música, de lo contrario cualquier tipo de persistencia puede ser des-ilusionada, pues muchas veces nuestro público aún precisa de sensibilización para que su concentración y silencio sean plenos en sala de concierto. Además de los pocos espacios que hay para compartir todo tipo de género, y ni decir de la apertura de los órganos culturales que muchas veces siguen y siguen abriendo las puertas a los dinosaurios y generaciones anteriores, que no está mal, pero ¿y nosotritos? ¿Y nuestro seguro de salud? ¿Y nuestra mensualidad por expresar en sonidos todo lo que a veces calla un pueblo? Las respuestas se las dejo a ustedes. Feliz Jardín.

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