domingo, 30 de diciembre de 2018

Kory Warmis - Teatro sobre el lago Titicaca



El lago Titicaca luce diferente. Además de la intensidad del sol del mediodía, que se refleja en el azul de las aguas, algo más llama la atención de la población y de los turistas en San Pedro de Tiquina: una barcaza —de las que suelen transportar vehículos por el estrecho— se ha convertido por 120 minutos en el escenario para la presentación de Kusisita (Felicidad), una obra de teatro interpretada completamente en aymara por mujeres comerciantes y artesanas que forman parte del grupo de teatro Kory Warmis.

La puesta en escena es complicada por muchas razones. Por ejemplo, 13 kory warmis (mujeres de oro) se han despertado a las 04.00 para reunirse en el centro paceño, con el objetivo de presentarse por primera en el municipio perteneciente a la provincia Manco Kápac.

Jumjamaniwa, wawan warmi, sapa warmi (seguro que será igual que vos, madre soltera).

Kusisita comienza en un mercado de El Alto, donde una mujer da a luz a una niña —a quien llamará Felicidad— en un entorno de violencia familiar, situación que se repite en la vida de otras vendedoras, a lo que se suman casos de trata y tráfico de personas.

En realidad, el proyecto comenzó en 2015, en oficinas de Pro Mujer —organización que ofrece servicios financieros y capacitación empresarial a mujeres de bajos recursos—, donde aparecieron carteles con un mensaje: “¿Alguna vez soñaste actuar?”. Así era el gancho con el que Erika Andia —actriz y directora del centro cultural Casa Mágica— convocó a alteñas que alguna vez desearon actuar. “Han aparecido varias, eran como 60”, recuerda la protagonista de la película ¿Quién mató a la llamita blanca?

La iniciativa le corresponde a Andia a través de Mujer en Camino, que busca a gremiales y artesanas que estén dispuestas a hacer realidad ese anhelo de participar en obras teatrales. La convocatoria tuvo éxito. En pocos días llegaron a Casa Mágica varias personas interesadas en aprender actuación, de las que se quedaron 16, quienes primero formaron el grupo de teatro Qamasan Warmis (Mujeres de coraje), que presentó la obra Pétalos de mujer.

Felicidad satatwa. Mamajaw ukham sutinchitu, k’uchirt’ayituw situwa. Tatajarux jichhakiw uñt’askta, jichhakiw qamir jutxi. Ma juk’it axjarxtwa tatajaru (Soy Felicidad.

Mi mamá me ha puesto ese nombre porque dice que soy su felicidad. Mi papá, a mi papá lo conocí hace poco y se vino a vivir con nosotras. Le tengo miedo).

Para armar Kusisita, Andia reunió a todas las actrices para compartir sus experiencias, entre las que sobresalieron casos de violencia familiar y de trata y tráfico de personas. “Cuando nos hemos encontrado nos hemos puesto tristes, hemos llorado de lo que nos ha pasado”, rememora Marcela Huanca, comerciante de bisutería en la zona 16 de Julio de El Alto y que los martes —entre las 16.30 y las 19.30— aprende actuación en Casa Mágica.

Jumjamaniwa, wawan warmi, sapa warmi (Seguro va a ser igual que vos, madre soltera).

Con el respaldo del Fondo Cultural Concursable de la Cooperación Suiza en Bolivia, la Armada Boliviana, la Defensoría de la Niñez y Adolescencia de San Pedro de Tiquina y la Asociación de Lancheros 21 de Septiembre, las Kory Warmis hicieron realidad el ansia de presentarse al aire libre. Vestidas de blanco y ansiosas, aguardaban el mediodía para empezar. “Helado, heladooooo”. “Flores, casero, comprame flores”. “Empanada, empanadaaaaa”. Las actrices salen del escenario sobre la barcaza para interactuar con la gente. De repente, María siente dolor en el vientre. Está a punto de dar a luz. Así nace Kusisita (Felicidad).

El público —en su mayoría colegiales y varias mujeres de pollera— se queda enganchado con la trama. Aplausos que acompañan la música, risas, rostros de tristeza al ver las escenas de violencia doméstica o de trata. De esa manera se expresaba la gente que estaba al frente y a los costados de la barcaza ubicada en el puerto de San Pedro de Tiquina.

Uka sarawix nayrar sarantañatakiwa (Es una historia con un final de esperanza).

Después de que Kusisita fuera presentada en barrios de La Paz y El Alto, Andia apostó por interpretar la obra completamente en aymara, aunque representó una tarea complicada, por lo que tuvieron que pasar clases durante cuatro meses y, de manera paralela, aprendieron el guion.

Wali ch’amamp nayrar sarantañataki (con mucha esperanza para salir adelante).

“He sido la última persona en enterarme del casting”, comenta Gumercinda Mamani, actriz proveniente de la comunidad Lukurmata, en el municipio de Pucarani, y que se ufana de tener tres actividades: todos los días se dedica a la agricultura, temprano en la mañana costura polleras y en la noche vende quesos. “Pero los días martes son sagrados para mí, porque voy al elenco teatral para preparar las obras, como Kusisita”. Los aplausos resuenan en el lago: la obra ha sido un éxito.





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