lunes, 3 de junio de 2013

Artistas urbanos pintaron 30 quioscos de San Miguel

Con ideas frescas y creativas, un grupo de artistas urbanos intervino este fin de semana 30 quioscos ubicados lado a lado en la calle 21 de San Miguel, con diseños que evocan personajes e identidades del país.

El objetivo de este proyecto fue llegar a una zona donde el arte urbano todavía no sentó presencia y, además, en un lugar de paso para todo tipo de transeúntes, explica Knorke Leaf, una de las artistas encargadas de la organización de este evento.

En este encuentro participaron 24 artistas experimentados, aplicando las técnicas de caligrafía, grafiti, esténcil, cut paper, lino grabado, collage, mural mixto y empapelado.

Estos artistas, que miran estos quioscos como un lienzo blanco, estamparon creaciones únicas e inspiradas en personajes como el Ekeko, el aparapita, los morenos, la chola paceña y el lustrabotas, entre otros que se combinan con la mitología boliviana.

Con espontaneidad en los trazos y cuidando todos los detalles, estos artistas hicieron un espectáculo en la calle -durante dos noches consecutivas y a partir de las 23:00- mostrando sus destrezas con aerosoles y pinturas que llenaron de vida la cuadra.

“Consideramos que es una oportunidad para dar a conocer las diferentes técnicas urbanas que aplicamos, y de esa manera también fortalecer el movimiento urbano en La Paz”, comenta uno de los artistas participantes, que firma con el seudónimo Elart.

El arte urbano es un medio de expresión callejero que no tiene límites en el soporte donde es plasmado, así como tampoco limita la imaginación o intención del artista.

Mientras algunos exhiben sus destrezas con los dibujos con más espontaneidad, otros suelen emitir un mensaje subversivo a la sociedad, a modo de crítica o reflexión.

Otra de las características del arte urbano es el anonimato que mantienen los artistas, para evitar un sentido de jerarquía entre el artista y el público, y para que el mensaje se transmita directamente, sin importar quién lo haya emitido.

Se estima que este tipo de arte llegó a Bolivia en 2001; no obstante, hace cuatros años empezó a tomar fuerza por artistas decididos a romper los formatos tradicionales y, también, por el apoyo de los gobiernos municipales, que autorizaron la toma de espacios públicos con manifestaciones artísticas.

Si bien fue la primera vez que intervinieron en las calles de San Miguel, estos artistas anteriormente plasmaron sus obras en los muros de la Pérez Velasco, de la avenida Camacho, del pasaje Núñez del Prado y del túnel del Americano, en Sopocachi.

En esta ocasión, bastó hablar con las dueñas de los quioscos y el subalcalde de la zona Sur para lograr la autorización. “Ni siquiera nos preguntaron qué íbamos a pintar, y aceptaron sin ningún problema”, comenta el artista Javier del Carpio.

Fue un aliciente para estos artistas, que en otras oportunidades se vieron obligados a afrontar a vecinos que los tildaban de “vándalos” por hacer arte con un aerosol en mano.

“Es normal que la gente desconfíe al principio, pero cuando ven los avances y el resultado final, muchas veces te piden que también intervengas los muros de su casa”, cuenta Knorke Leaf.

Y así como saben que muchos espectadores valorarán su trabajo, también están conscientes de que habrá personas que las dañarán. “Esto es parte de hacer arte urbano, pero no nos limita a seguir con nuevos proyectos en otras calles de la ciudad, porque nuestro objetivo es dar fuerza a este movimiento artístico”, dice Elart.

Con esta iniciativa, y todas las que se vienen, las calles de La Paz se convertirán en museos al aire libre que, con todo tipo de técnicas y estilos, llenarán de color y vida espacios públicos que antes pasaban inadvertidos.

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