martes, 31 de julio de 2012

Bailar con el vientre,sentir con el corazón

Observar la danza del vientre fascina porque está llena de energía. Por sus cualidades, las diferentes modalidades de este baile no tardaron en adaptarse a la cultura contemporánea popular y fueron reflejadas, en ocasiones, en las artes escénicas y el cine mundial.

“Es una técnica de liberación de emociones, sentimientos y tensiones, que nos ayuda a vivir el presente de una manera más positiva, desbloqueada y enérgica”, explica Zaida Jubera, bailarina de danza del vientre española y experta en música étnica, que vive en Londres. “Nos reduce el estrés, favorece la autoconfianza, creatividad, concentración, relajación y socialización con los demás”, añade la especialista.

Muchas celebridades como Shakira y Beyonce han reconocido el poder de esta técnica y la utilizan exitosamente para transmitir emociones al público.

“La danza del vientre es bastante reciente en los países occidentales, hace 15 años se empezaron a ver bailarinas en determinados espectáculos étnicos o restaurantes de comida árabe y asiática, pero es en estos últimos seis años cuando ha surgido el boom de las clases de danza oriental y ya es muy habitual encontrarla en gimnasios y cualquier escuela de baile”, comenta Zaida Jubera.

“Hoy en día la danza de vientre es muy popular por todo el mundo, especialmente en EEUU, Brasil y otros países de América Latina, en diversas naciones europeas, lo mismo que en China y Corea. Y eso sin mencionar los países árabes de donde viene”, cuenta Samara Hayat, bailarina de la danza del vientre que viaja por todo el mundo como embajadora española de esta especialidad, impartiendo clases y shows.

Samara lleva practicando la danza oriental a nivel profesional 14 años y da clases en su escuela “Samara Hayat” en Madrid, España. Aunque viene del baile clásico y danza contemporánea, confiesa que la primera vez que vio un espectáculo de la danza del vientre en Nueva York, se enamoró. Hoy en día no es sólo una bailarina reconocida, es maestra representante de España en esta especialidad.

Con emoción

“Si la bailarina no sabe dirigirse al público con sus emociones, su sonrisa y la fluidez de su cuerpo en el escenario, es como si no hubiera bailado”, reconoce por su parte Aziza, “la Mariposa del baile oriental”, que ha llegado a sus 26 años a la cima de la danza del vientre.

Aziza ha sido una de las grandes estrellas en el festival “Ahlan wa Sahlan” (Bienvenido, en árabe) que, como cada año, se celebra en El Cairo, y que ha atraído de nuevo a las luminarias de esta disciplina.

También participó en el evento, considerado uno de los más importantes del mundo, la brasileña Munique Neith, quien indica que “todo el mundo que baila, sueña con participar en el Ahlan, que es una referencia para las artistas internacionales”.

El camino al estrellato para muchas de ellas, como Aziza, no ha sido un paseo, y más en países de fuerte conservadurismo como Egipto. Esta danzarina, casada con un oficial de la Policía, nunca ha conseguido el respaldo de su propia familia musulmana, que todavía la rechaza por su profesión. Tampoco lo tuvo fácil cuando empezó su carrera bailando en un hotel de cinco estrellas en Alejandría, donde Aziza se encontró con una audiencia predominantemente masculina y muy conservadora, que le miraba mal y nunca sonreía durante su espectáculo.

La joven, que baila en bodas y fiestas privadas, echa la culpa de esta mala fama a las películas egipcias “porque presentan a las bailarinas como mujeres traidoras y que ‘roban’ a los maridos de otras mujeres”. Por eso, su sueño es “cambiar la imagen distorsionada que se tiene el mundo árabe del baile oriental y recuperar el brillo que tenía este arte durante su época de oro, a mediados del siglo pasado”.

El origen

Una plástica impresionante, trajes hermosos, movimientos femeninos e incluso algo eróticos le han garantizado a esta danza oriental éxito y supervivencia, mientras que sus raíces se encuentran en siglos antiguos.

“La cuna de la danza del vientre es Egipto, y los primeros testimonios reflejados en los jeroglíficos egipcios son milenarios”, cuenta Samara Hayat. “En aquel entonces la danza del vientre tenía funciones sagradas. Las vírgenes solían bailarla en los templos en culto de la fertilidad y la maternidad”, afirma Hayat.

Desde entonces la danza ha evolucionado y ha fusionado con otras culturas. Ha aparecido un sinfín de los estilos, dentro de cuales existen también muchas modalidades. Se destacan tres estilos fundamentales: el clásico, o “raqs sharqi”, el folklórico y el popular, que también se conoce como danza “baladi”.

La fusión con otras culturas no han cambiado los beneficios que lleva esta danza para la salud. En la antigüedad las mujeres se sentían más femeninas y atractivas bailando danza del vientre y creían que estos movimientos ayudaban a tener hijos. En la actualidad la influencia saludable de la danza oriental tampoco provoca dudas.

“Son muchos los beneficios que aporta para el cuidado de la salud mental y física. Entre ellos, favorece el aumento de la coordinación, flexibilidad, equilibrio, tonificación del cuerpo, capacidad respiratoria, agilidad, quema de calorías, mejora de la circulación y conciliación del sueño, corrección de la postura corporal y aporte de energía”, cuenta Zaida Jubera.

“La danza del vientre es una poderosa terapia para alinear los principales chakras equilibrando la mente, cuerpo y espíritu”, apostilla la bailarina.

Los hombres también bailan

Pero aunque la danza del vientre se asocia con las mujeres, verla bailar por un hombre produce asombro y admiración al mismo tiempo, ya que no es casual observar el lado más sensible de un hombre fuerte. Sin embargo, gracias a la pasión y la magia que transmiten en sus shows, los bailarines orientales no se quedan sin público.

Uno de ellos se llama Zuel. Además de impartir clases de danza oriental y expresión en Córdoba (Sur de España), dirige la revista cultural de danza del vientre “Añil Danza Oriental”, donde trata de dar una imagen seria y cultural de la danza oriental, superando los mitos y estereotipos que tanto la perjudican.

“En los países árabes los hombres siempre bailaban. En Europa la danza oriental masculina ha tenido que superar muchos prejuicios hasta que los bailarines pudimos demostrar que no es nada vergonzoso ser un artista de esta modalidad”, comenta Azuel (EFE Reportajes).

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