martes, 3 de julio de 2012

Amor por el cosmos, en 31 obras

Gilka Wara Liberman refleja en su muestra Alma astral su cariño y respeto por los seres del Universo.

Diversos animales, pirámides, mandalas y seres humanos de aspecto etéreo se muestran en Alma astral, exposición de 31 óleos pintados por Gilka Wara Liberman, que se inaugurará mañana, a las 19.00, y se extenderá hasta el 25 de julio en el Espacio Patiño (avenida Ecuador, esquina Belisario Salinas).
Protagonistas de las obras. Seres de la naturaleza, como osos, conejos, venados, lagartos, quirquinchos, medusas flores, mariposas, escarabajos, peces, caballos y tortugas, son homenajeados por la artista.
Además, situaciones y personajes etéreos, como un baile místico con venados, un personaje en una nave que va al infinito y la mano de que Dios guía a ésta, un quijote soñador, la Madre Tierra, reinas, hadas, las pirámides, un niño viendo el mundo, una niña en un bosque y una mujer transparente cuya alma se desprende de su cuerpo hacia el cosmos, son protagonistas de los cuadros. Finalmente, se destacan elementos o fenómenos naturales como ríos, lunas, lagos o arcoiris.
Respecto de su creación, Liberman expresa que “todos los animales de la naturaleza tienen un alma pura, cristalina y también el aire que nos rodea. El título de la exposición enmarca algo cósmico y nosotros, como parte de la Tierra, somos parte del cosmos”.
sobre la muestra. La pintora afirma que las obras reflejan, desde su perspectiva, todo lo que rodea al ser humano y lo que se puede ver más allá de un plano netamente físico.
Ella explica que, mediante su trabajo pictórico, entiende el alma de la siguiente manera: “El alma es parte de uno mismo y puede ser cristalina. Estoy apoyando a la naturaleza y al cosmos para que todo sea natural y cristalino”.
Liberman pintó estos trabajos en dos años y medio y, una vez concluidos, consideró que éstos tenían la tendencia de reflejar el alma astral, es decir, “un desprendimiento de la obra hacia el cosmos”.

Gilka Wara definió su vocación desde niña. A sus cinco años, sus padres le dieron papel y lápices de colores y desde entonces data su pasión. “A mí me preguntaban qué vas a ser de grande y yo decía ya soy pintora, es decir, ya lo tenía bien definido”, afirma Gilka Liberman. La primera pintura suya que recuerda tenía unos peces y el mar.




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