jueves, 5 de abril de 2012

"Bululú", lo mejor del Fitaz 2012

Mi voto por “Bululu” como la mejor y más completa obra presentada en el VIII Festival Internacional de Teatro de La Paz 2012, que este miércoles bajó el telón después de 13 fechas dedicadas a 29 espectáculos en escenarios dispersos por toda la ciudad y con un creciente, renovado y juvenil público.



“Hamlet de los Andes” y “Medea Material”, además de las propuestas de jóvenes dramaturgos y nuevos actores, representaron los pilares más sólidos para confirmar que el teatro boliviano, especialmente el paceño, camina por un sendero seguro, fresco y pleno de búsquedas.



“Bululú” reunió todos los elementos para mostrar el mejor de los teatros. Es difícil asegurar si fue un monólogo porque el actor argentino, con raíces bolivianas, Osqui Guzmán, logra desdoblarse en por lo menos cuatro personajes a la vez.



La obra es un unipersonal creado por José María Vilches y adaptado por Guzmán, bajo la dirección de Mauricio Dayub y el respaldo de Leticia González y Graciela Galán. Nadie se agota en su hora y media de desarrollo porque el actor consigue mantener a todos atentos; adultos y chicos esperan ansiosos cuál será el siguiente personaje, el siguiente movimiento, el nuevo texto. El espectáculo logró un éxito pleno en Argentina y esperamos que se reserve una temporada en La Paz a pedido del público que aplaudió tantas veces y con tanto fervor el desempeño de Osqui.



Guzmán inicia el recorrido desde sus raíces bolivianas, con el recuerdo de sus padres costureros en pleno Buenos Aires y la añoranza por aquellos hilos de oro que confunden las capas tupidas de los diablos en el Carnaval de Oruro. La presencia de la máscara y de la música popular son una invitación para entrar al mundo donde todo es posible y nada es seguro, el misterio y la alegría por estar vivos.



Es confuso su mundo, desde su inicio como actor, cuando se inscribió en el Conservatorio pensando en un curso de kung ju y descubrió el arte, la belleza en un otro matiz al de los movimientos de las artes marciales. Hijo de migrantes artesanos, decidido a ingresar a las sombras de los escenarios, no fueron fáciles los senderos escogidos; a cambio, la dicha de hacer gozar al público.



Aprovecha la selección de textos que hizo Vilches con base en los clásicos de la comedia española del Siglo de Oro y de otros poetas hispanos. Guzmán muestra su capacidad de comediante con sólo la gesticulación del rostro o la forma de una mano, de un pie. Es también acróbata o anciano, mujer o galán, alguacil o marido, mentecato o escritor experimentado.



Puede transformarse en un actor melancólico al recitar a Federico García Lorca y unir, sin tropiezos, aquel Guadalquivir andaluz con el Guadalquivir de la tonada chapaca. Es irónico Francisco de Quevedo y es sensible Antonio Machado. A cada momento se recuerda a sí mismo, a sus padres, a su cuadra, a sus maestros, a los poetas del barrio.



Le escenografía es sencilla pero sólida para permitir un desplazamiento continuo, sin pausa y sin prisa, con muchas palabras y los silencios necesarios. La música está óptimamente seleccionada, igual que el vestuario y el apoyo con las luces, con la tonalidad de los clásicos españoles del mismo Siglo XVI y XVII.



Un público de pie, largos minutos de aplausos, para premiar a un actor que nos dio todo y que esperamos volver a ver una y otra vez.

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