jueves, 8 de marzo de 2012

Todos los caminos del teatro conducen a Tupiza

Fueron los viajeros quienes trajeron el teatro a Tupiza, como a todas partes, observa Eduardo Kilibarda, uno de los personajes del más famoso grupo teatral de Bolivia, Nuevos Horizontes, creado por Líber Forti y otros tupiceños en 1946.


 
El primer viajero que llegó al pueblo y se quedó varios meses, vino del norte, de la puna. Fue don Diego de Almagro, en el mes de febrero de 1535. Tenía que meditar mucho, porque acababa de sacar el lado opuesto de la suerte en la partida de taba que jugó con Francisco Pizarro en Cusco. Le había tocado ser dueño del sur, del ignoto sur. 



Es probable que los españoles del grupo hubieran mostrado a los chichas que habitaban el pueblo lo que era el teatro. Algo tenían que hacer en las noches. Y no era mala idea tratar de imitar a los sueños, que es de lo que se trata el teatro. 



Los siguientes viajeros que llegaron al pueblo venían del sur. Eran las caravanas de muleros que venían de la pampa argentina para ofrecer sus animales a los mineros de esta región. 



Los caminos eran terribles, también entonces. Los recorrían comerciantes, científicos, portadores de remesas, asaltantes de portadores de remesas y muchos, muchos artistas.



Los carruajes que recorrían los caminos de Tupiza eran tirados por ocho mulas argentinas. Eran tan grandes que podían ser usadas como escenario para el teatro. Luego llegarían los circos. 



Pero desde el siglo XIX existían grupos teatrales en el pueblo. Algunas obras españolas, algunas representaciones de la revolución francesa, obras escritas para las efemérides, se fueron mezclando en el repertorio de los teatritos tupiceños. 



En 1911, el descubridor de Machu Pijchu, el científico norteamericano Hiram Bingham, queda impresionado por la representación de teatro que se presentaba en el club del pueblo, con una obra poética escrita por un autor local, acerca de la batalla de Suipacha.



En 1924 llega el ferrocarril a Tupiza y a partir de entonces el tráfico se hace más fluido, incluso de artistas. El teatro del pueblo hace también de cine cuando llega ese arte. 



Todo esto para explicar cómo es que en 1946, cuando regresa Líber Forti desde Tucumán para ayudar a su padre, don Mario Forti, que tenía una librería e imprenta, se encuentra con un pueblo habituado al teatro. En el camino de la estación del ferrocarril hasta su casa, cerca de la plaza principal, Líber recuerda haber visto los anuncios de dos representaciones de teatro, una de ellas del club The Strongest. 



Lo que ayuda a Líber a cumplir su férreo propósito de la modestia. Él dice que no inventó nada en Tupiza cuando creó Nuevos Horizontes, sino que se incorporó él mismo a la tendencia artística del pueblo. 
 


En su modestia no puede ocultar, sin embargo, que fue su idea la creación de la primera revista de teatro del país, que él sigue editando ahora, a sus 93 años de edad, pero sobre todo el haber escrito el más grande texto sobre las técnicas del teatro que se conozca, con más de 700 páginas, pero que lamentablemente está inédito. 
 


Nuevos Horizontes sufrió los embates de los compromisos sindicales de Líber, que ocupó durante muchos años el cargo (honorario) de asesor cultural de la Federación de Mineros. 
 


El grupo hacía representaciones en todas las minas. En una de ellas, en Chorolque, una noche ocurrió que se apagó la luz en plena representación teatral. Los mineros que asistían encendieron entonces los mecheros de sus cascos, y la obra siguió adelante. Eran cientos de reflectores que seguían a los actores. 
 


Una revista de la UNESCO comentó este hecho como un aporte revolucionario al teatro. Líber, modesto a rabiar, dice que eso fue solamente iniciativa de los mineros, no de él.



Después vino la televisión y todo lo moderno. Pero Líber sigue bregando por el teatro. Hay por lo menos 70 jóvenes actores que él formo en Santa Cruz que ahora viven de hacer teatro. 
 


Ahora ha decidido volver a las fuentes. Prepara un curso de teatro en Tupiza para mediados de año. La Fundación Nuevos Horizontes ha sido acogida con cariño por el pueblo. La alcaldía le dio el título de “Hijo pródigo” del pueblo. 
 


Algunos tupiceños, de esos que tienen mucho humor, le han hecho decir que si no vuelve a Tupiza, le harán un monumento. El campeón de la modestia no tiene escapatoria.

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