domingo, 4 de septiembre de 2011

Filigrana, arte que sobrevive

La artesanía que pervive por los siglos.

Los filigranistas, artistas que tuercen los hilos de plata y de oro, aún fabrican “tesoros” en escondidos y diminutos talleres, con el talento que heredaron de padres y abuelos para satisfacer el gusto selecto de propios y extraños.
La filigrana es una rama de la orfebrería que consiste en hacer trabajos finos en oro y plata de alambres e hilos delgados. Entre los pocos que aún practican este arte está el orfebre filigranista Waldo Pedro Gutiérrez Núñez, un hombre de 52 años que pasó del trabajo de platería a joyero.
Con más de medio siglo de vida, el hombre relata que antes de la década del 40 no se conocía el trabajo en filigrana, sólo había el oficio de la platería. “En esa época cada objeto se hacía en la técnica del vaciado y con diseños tiwanacotas”. Añade que el trabajo manual con pincel y martillo primaba en la platería en un cien por ciento.
Plateros dedicados a la joyería. Según Gutiérrez, la población de Umala de la provincia Aroma, de donde él es oriundo, era tierra de orfebres y varios miembros de su familia se dedicaron a la filigrana, entre ellos su padre y sus abuelos. Ellos comenzaron con trabajos rudimentarios, elaborando objetos utilitarios con detalles de filigrana como pisapapeles, adornos para escritorio y portaservilletas. “Éstos aún son usados en la zona Sur”, afirma el artesano, pues los objetos de platería eran elaborados con la técnica de la filigrana.
El gusto por el trabajo, cuenta Gutiérrez, fue valorado por las fraternas que bailaban en las entradas folclóricas y, gracias a su preferencia, las joyas elaboradas con hilo de plata se adueñaron de un espacio.
A los diseños en filigrana se incorporaron nuevos modelos que incluían perlas, corales, cristales y piedras semipreciosas.
Todo un arte. Waldo explica que el 80 por ciento del trabajo es manual y en el restante se utilizan herramientas como el laminador, que facilita el grosor. Para lograr los hilos, el primer procedimiento es el fundido de la plata o el oro, este último es más maleable. Los hilos de plata llegan a reducir en un 0,25 milímetros. Una vez obtenido el material delgado, se procede al diseño. Entre la variedad de éstos son imponentes las figuras de insectos, como moscas y mariposas, que acaban con mejor efecto al agregarle piedras preciosas.
Las mujeres de pollera, dice Gutiérrez, prefieren los pavos reales tanto en aretes y prendedores. “Un juego completo de esta joya se elabora en cinco días”. Una alhaja que tiene entre 30 y 40 gramos de plata llega a costar aproximadamente 1.200 bolivianos. El arte de la filigrana puede admirarse mejor aún en las coronas de imágenes religiosas. Debido a su trayectoria, el orfebrista Gutiérrez fabricó varias para las Vírgenes de Urkupiña y de Copacabana.

1.200 Es el costo aproximado de un juego de aretes y/o pendiente elaborado en plata con filigrana.

Filigrana es un arte antiquísimo practicado por egipcios, etruscos y griegos. Aunque la filigrana era trabajada por el Oriente, los orfebres de Damasco (Siria) fueron los más reconocidos. Las filigranas fueron introducidas en Francia por los merovingios, y en España alcanzaron su esplendor en tiempos de los árabes, quienes siguen siendo sus mejores artífices.

Los hilos delgados. La técnica consiste en batir el metal hasta conseguir un hilo delgado y uniforme que se recuece para hacerlo maleable; luego se aplica sobre un dibujo, generalmente de arabesco trazado sobre una plancha metálica, y se fija con goma y una pasta de soldar compuesta por bórax, cobre y plata. Finalmente se lo pone al fuego para fundir la soldadura.




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