lunes, 8 de agosto de 2011

Vidanza Danza Cuando el deseo es movimiento

La coreógrafa boliviana Sylvia Fernández se ha propuesto explorar artísticamente las múltiples facetas del deseo humano. Y el instrumento de esa indagación son los cuerpos. Cuerpos que en su movimiento pueden transmitir sensaciones, pulsiones, goces, conflictos, dudas y certezas. También historias, mínimas historias que se suceden una tras otra en el escenario. El espectáculo se llama simplemente Deseo. Se presentó en dos funciones en el Teatro Municipal Alberto Saavedra Pérez, la semana pasada, y cerrará su temporada con una última presentación el sábado 13 de agosto en el teatro del Colegio Calvert de Calacoto.

¿Por qué me fascinó el deseo? se pregunta la directora del elenco Vidanza. “Me fascinó”, dice, “porque empecé a ver que el deseo estaba en todo: en tu despertar, en tus ansias de tener un lindo día, en tus metas de vida, en tus ganas de comer rico, en tus ganas de bienestar, de satisfacción de los sentidos, de la trascendencia. Deseo de tener hijos, de tener pareja, de descansar, de tener tiempo para uno mismo. El deseo es también conflicto. El deseo es la vida”.

Vidanza
Con una larga carrera que comenzó en las aulas del Instituto Laredo de Cochabamba, pasó por elencos de danza folklórica, por el destacado grupo de Melo Tomsich y por rigurosos cursos de especialización en Europa; Sylvia Fernández está ahora dedicada al desarrollo de Vidanza, un proyecto de danza contemporánea que comenzó en Cochabamba el año 2000 y que desde el 2008 tiene continuidad en la ciudad de La Paz.

Con este elenco, y en asociación con el grupo musical Parafonista dirigido por Álvaro Montenegro y la productora audiovisual Naira Cine, el 2009 presentó la obra Territorios del Chuquiagua, un espectáculo multidisciplinario en homenaje al Bicentenario de La Paz.

Su nuevo espectáculo, Deseo, es en alguna medida una consecuencia de la experiencia de Territorios del Chuquiagua porque ese montaje le permitió crear un elenco de bailarines y bailarinas que ahora es un grupo estable. Este elenco, junto a su trabajo creativo, también desarrolla actividades educativas con jóvenes y niños en torno a la danza contemporánea.

Pero, cómo se plantea Sylvia Fernández un proceso creativo. “La creación”, dice, “empieza con la imaginación. Yo creo que para un cineasta sus ojos son como su cámara. Yo me imagino cuerpos en movimiento. Me apego a las ideas que tengo, las desarrollo, investigo. Para esta obra, me hice un esquema conceptual de lo que era deseo y de los planos a los que yo quería llegar: al plano social, al plano sensorial, al plano de la sexualidad, al plano de la trascendencia. Tenía una idea para cada plano. Pero cuando llegaba a trabajar con los bailarines, no tenía nada hecho, todo estaba en mi cabeza. Llegaba a la clase y ahí estaban los ocho bailarines mirándome, preguntándome con la mirada ¿qué hacemos? Y entonces comezábamos a trabajar a partir de la improvisación”.

En el método creativo de Fernández, la improvisación tiene un lugar importante porque a través de esa dinámica los bailarines pueden hacer suyas las ideas, encarnarlas, desarrollarlas y darles la forma con la que, finalmente, entablarán la relación decisiva: el público. “Yo quiero trabajar, dice Sylvia Fernández, “sobre todo desde las emociones: mis emociones, las emociones del bailarín o la bailarina y las emociones del público. Para mí, el motor son las emociones”.

Emociones
Si como sostiene la bailarina y coreógrafa, las emociones están en el centro de la creación, resulta natural que temáticamente su trabajo se incline por las cosas que, como expresa ella misma, le “tocan mucho”. “Estoy entrando a los 50”, dice, “una época en la vida, especialmente de las mujeres, en la que el deseo también se transforma. Me he sensibilizado mucho hacia la reflexión de mi propia vida. Y cuando empiezo a pensar no sólo pienso en mí sino en el ser humano. ¿Cuáles son los motores vitales que nos llevaron a hacer lo que hemos hecho? ¿Qué nos lleva en la vida a tener anhelos? Yo, particularmente, soy y una buscadora. En cuanto he logrado una meta inmediatamente estoy buscando otra para empezar de cero”.

Esas reflexiones y ese proceso los ha compartido con los integrantes de Vidanza que son quienes finalmente, con la materialidad de sus cuerpos y con sus movimientos, pueden dar vida a las imágenes y las ideas. Adriana Iturralde, Borys Flores, Fabricio Ferrufino, Javier Condori, Mariana Beltrán, María Elena Filomeno, Sergio Valencia y Truddy Murillo son los artistas que hacen posible que Deseo sea una realidad estética y emotiva.

“Vidanza no es un cuerpo de baile. En los cuerpos de baile se busca que todos los bailarines bailen igual y se vistan igual”, dice Fernández. “Vidanza, al contario, es un grupo diverso, de personas diversas, con formación y experiencias diversas. En un grupo, la diversidad es una riqueza no una dificultad. Así también es nuestro país”. Y ese elenco es el que el sábado 13, una vez más, pondrá en escena Deseo.

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