domingo, 20 de febrero de 2011

Principio Potosí

Principio Potosí se inaugurará el martes 22 de las 20.00 en el Museo Nacional de Etnografía Y Folklore (c. Ingavi 916). Antes, a las 18.00 habrá una charla introductoria. Después, a las 21.00, en el Museo Nacional de Arte se presentará la performance Eviva el cotillo de Inés Doujak. La muestra también ocupa las salas de este repositorio.

Artistas contemporáneos que habitan y trabajan en lugares distantes y distintos —de Pekín a Moscú o de Barcelona a La Paz— fueron convocados para reflexionar y crear a partir de pinturas coloniales de Potosí.

La propuesta conceptual de la muestra traza un puente entre los siglos XVI y XVII, los momentos de mayor riqueza e influencia de Potosí, y el siglo XXI. Este puente es la acumulación de riqueza que permitió, precisamente en el Potosí colonial, el despegue del capitalismo en el mundo y su continuidad en la economía globalizada de hoy. Los artistas contemporáneos dialogaron con el arte colonial en esa dirección.

Algunos artistas que llegaron a La Paz para la inauguración de Principio Potosí y para participar en las actividades paralelas programadas (talleres, mesas redondas) encontraron una pausa en el laborioso trabajo del montaje de sus obras para explicitar algunas facetas del proceso que les dio origen y forma.

Niños de la soja

Un cuadro de la colección de la Casa de Moneda de Potosí, Imposición de la casulla a San Ildefonso, está en el origen del proyecto artístico del argentino Eduardo Molinari titulado Los niños de la soja.

Molinari escogió el cuadro potosino porque le brindaba “más herramientas para generar un diálogo interesante”. Al artista le impresionó la composición del lienzo, dividida en dos escenas: una celestial, en la que aparece la Virgen imponiéndole la casulla al santo; y otra terrenal, en la que hay unas plantas “muy extrañas”,

El sentimiento de extrañamiento que suscitó esa escena, el artista lo relacionó con la misma sensación que en ese momento (2008 y 2009) tenían muchos argentinos con relación a la planta de la soja (soya) transgénica, cuyo cultivo estaba en una expansión territorial agresiva: un desconocimiento total. Y esa sensación generó una interrogante: ¿Qué hay debajo de lo que uno ve? ¿Qué hay debajo de una plantación de semillas transgénicas?

Para dar respuesta a esas preguntas, Molinari comenzó una investigación in situ en las regiones sojeras argentinas. Elaboró un archivo visual de fotografías, dibujos, collages y documentos. Para el artista “la investigación a través de herramientas artísticas es una manera de responder a los problemas del momento”,

Dos hechos en el proceso de investigación resultaron simbólicos para su trabajo. Por un lado, la publicidad de una compañía de agroquímicos y semillas que proponía la “República de la soja” que incluye a parte de Argentina, Bolivia, Paraguay, Brasil. “Es irónico”, dice Molinari, “que cuando estábamos recordando los bicentenarios de la independencia aparezca una nueva república”. La República de los Transgénicos.

Por otro lado, el artista se topó con la noticia de que los productores argentinos de soja utilizaban a niños entre 12 y 15 años como “banderas vivientes” para señalar a los aviones dónde debían arrojarle los pesticidas. De ahí viene el nombre de la instalación: Los niños de la soja.

Las mujeres

María Galindo, integrante de Mujeres creando, cuando fue invitada a participar con una obra en Principio Potosí, planteó la necesidad de explicar la acumulación originaria capitalista, de explotación y colonización, que están en la base conceptual de la exposición, “a través del lugar de las mujeres en ese proceso”.

“En la intención de leer con ojos contemporáneos lo acontecido en el siglo XVI y entenderlo como un principio que se está reeditando en la globalización, yo creo que el lugar de las mujeres es muy importante y que explica muchas cosas”.
Para generar “un espacio más complejo”, Galindo escogió dos pinturas coloniales. El conocido cuadro La Virgen Cerro, que conjunciona en una sola imagen a la Virgen María y al Cerro Rico de Potosí, y un cuadro de la colección del convento de Santa Teresa de Potosí que muestra una “escena de élites”: dos novicias, hijas de padres nobles, que están siendo entregadas por éstos al convento.

“Por un lado”, dice Galindo refiriéndose al cuadro de las novicias, “trabajo desde el concepto de la mujer blanca, de la mujer ideal, que es una de las tensiones de mi trabajo”. Por el otro lado, La Virgen Cerro representa para Galindo “la constitución de lo divino, la constitución del supuesto mestizaje a partir del uso de la figura de las mujeres”. Por ello, para la artista es necesario “deconstruir, desestructurar, ese lugar de la mujer, que tiene que signar la identidad, que es la intermediaria entre lo divino y lo terrenal”.

Estos planteamientos se concretan en una obra compuesta por tres piezas audiovisuales, dos grafitis, una celosía y una grabación que, como la describe Galindo, “tiene la intención ingenua de explicar el cuadro como una guía de museo y termina relatando otra cosa”.

Caminante y cronista

Isaías Griñolo, nació y trabaja en Huelva, una ciudad de la Andalucía española, en la zona desde donde partieron las carabelas de Colón a “descubrir” América.

El artista no escogió un cuadro colonial como detonador de su proyecto sino un libro, Nueva crónica y buen gobierno de Guamán Poma de Ayala. Para Griñolo, lo que hizo Guamán Poma de Ayala fue recorrer su territorio y escribir una crónica (un informe) destinado al Rey de España. Ése es el punto de contacto con su proyecto: “Lo que yo he intentado”, dice, “es recorrer mi territorio y ver la realidad que hay en mi territorio”. Y Griñolo, como Guamán Poma, también ha elaborado una crónica de su recorrido. Esa crónica es su obra Mercado energético puro.

En Huelva, la industria de fertilizantes ha producido residuos que cubren 1.200 hectáreas, una superficie igual a la que ocupa la ciudad de Huelva. “Es una planta de residuos de 120 millones de toneladas”, explica. “Si tuviéramos que quitar eso, necesitaríamos 500 camiones todos los días durante 40 años”.

Griñolo define su obra como un trabajo “sobre la transición española”, haciendo referencia al período que va de la muerte del dictador Francisco Franco en 1975 al afianzamiento de la democracia. Y en ese período le interesa la figura de Juan Miguel Villar Mir, un empresario y político que participó en el régimen de Franco pero también en el primer gobierno de la democracia. Y es el dueño de la empresa de fertilizantes de Huelva. La instalación de Griñolo documenta visualmente esa suerte de arqueología del poder y la devastación ecológica y sus extensas ramificaciones en la política.

Ése es el componente ‘macro’ de su obra. El componente ‘micro’ tiene que ver también con la degradación de la energía, pero esta vez de la energía humana. La obra también documenta la situación de los migrantes en los campos de fresas en Huelva, una industria que utiliza fertilizantes, la xenofobia de la que son víctimas y el entramado simbólico que encubre y descubre esa realidad.

Mapas alternativos

El malagueño Rogelio López Cuenca trabaja desde hace años en un proyecto que se denomina El revés de la trama. ¿En qué consiste? Lo explica el artista: “Voy a una ciudad, hago un taller no sólo con artistas sino también con geógrafos, arquitectos, con la gente interesada en la ciudad y en la historia. Formamos un grupo y durante meses trabajamos planteando un mapa alternativo de la ciudad, otro mapa, otra geografía que dé cabida a otras historias, que no son la historia oficial”.

Eso es lo que, precisamente acaba de hacer en Mataró, una ciudad próxima a Barcelona. Y esa obra, Mapa de Mataró, es la que forma parte de Principio Potosí. Mataró es, para la ‘historia oficial’ una ciudad famosa por su industria textil y porque allí se construyó el primer ferrocarril de España. Y en consonancia, la ciudad ha gozado de un aura de modernidad y liberalismo.
La investigación del equipo de López Cuenca, descubrió el ‘otro’ mapa de Mataró. “Empezamos a investigar, a tirar el hilo”, dice. “Descubrimos el revés de la trama de la industria textil y encontramos que el ferrocarril lo construyó un industrial del textil catalán con el dinero que había acumulado con el tráfico de esclavos a la isla de Cuba. La imagen moderna, liberal y progresista, en realidad, está ocultando el verdadero origen de esa riqueza”.

El mapa alternativo también reveló que la industria textil incorporó masivamente a las mujeres a las fábricas. Por ello, dice el artista, “el mapa tiene un sustrato feminista fundamental. La sociedad patriarcal se estructura en la imagen de la buena mujer, de la trabajadora textil”. A propósito recuerda otro hallazgo de la investigación: una canción medieval para referirse a la mujer prostituta dice: “la que no hila”.

El soporte de la obra de López es un sitio de Internet (www.mapademataro.net). Esta elección se relaciona con razones prácticas y económicas antes que con cualquier ‘culto’ a la tecnología. Permite, además, una lectura del mapa en muchos planos simultáneos y divergentes.

“Ojalá tenga la oportunidad de hacer un proyecto aquí con estudiantes, con investigadores, para elaborar una alter geografía de esta ciudad. Todas las ciudades tienen un revés de la trama”, concluye el artista.

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